viernes, 29 de noviembre de 2019


Andrés Bello, Félix Armando Núñez 

y el lugar del escritor

Celso Medina




Entre ayer y hoy celebramos los cumpleaños de dos figuras de las letras venezolanas. Uno nacido aquí, en esta tierra de Boquerón, hace 122 años. El otro, en la Caracas Colonial, hace 228. A ambos la vida le deparó el destierro, que exorcizaron con la poesía. Los dos vivieron la mayoría de su madurez intelectual y creativa en la hermana nación de Chile.
La fecha en la que invocamos a estas personalidades son el 29 de noviembre, día establecido en Venezuela para celebrar el Día del Escritor, precisamente la fecha del nacimiento de Bello, y el 28 de ese mismo mes, la de nuestro poeta Núñez.
Un escritor es un ser sensibilísimo, al que la  sociedad suele otorgarle mucha atención. Ellos ven más allá de su superficie inmediata. Miran hacia realidades que solo la imaginación es capaz de descubrir. Decía otro importante escritor venezolano, Guillermo Meneses,  que un escritor es un ser dotado de una facultad para comprender el mundo. Su meta es perfeccionar al hombre. ¿Cómo? Abriéndonos caminos hacia los sueños. Su mirada puede agrandar nuestro horizonte. Y un hombre no es perfecto si es superior a otro, o si tiene más riquezas que los demás. Lo es,  más bien, si adquiere conciencia de que otros hombres existen, que hay otras vidas, y que de ellas podemos sacar aprendizajes. Con la literatura nuestro  abanico visional se amplía. Por ella, el mundo chato de nuestra rutina se nos vuelve diverso.
Situémonos en las épocas que vivieron Andrés Bello y Félix Armando Núñez, para observar las miradas que pudieron ofrecer ellos a sus contemporáneos, y cómo estos pudieron ampliar la rutina de las aldeas pequeñas y sencillas en que  vivían.
Cuando Bello nació, en 1781, la Capitanía General de Venezuela apenas tenía cuatro años de haber sido  decretada por Carlos III, de España. Venezuela era un puñado de provincias, cuyos habitantes se ignoraban. Hijo de padre abogado, Bello se formó en un país donde prácticamente la profesión de escritor no existía. Es más, él fue quien la creó en este país. En el Convento de Las Mercedes aprendió latín, de manos del sacerdote Cristóbal de Quesada. Muy joven, casi un niño, traduciría un capítulo de la famosa épica romana, La Eneida. Luego se haría bachiller en Artes, en el Seminario Santa Rosa de Lima. En 1800 intentaría emular a su padre, estudiando derecho.  Posteriormente estudiaría Medicina. Las circunstancias lo obligan a procurarse su propio sustento, abandonando esas carreras. Tócale diversas funciones: preceptor, uno  de sus alumnos fue Simón Bolívar; traductor, manejo varios idiomas, no solo el latín, sino el inglés y el francés, idiomas que habían adquirido relevancia protagónica en esa época.  Pionero de muchas actividades intelectuales: fue de los primeros periodistas venezolanos,  editor de nuestro primer  periódico, La Gaceta de Caracas, y además redactó la primera historia de Venezuela. De igual manera podríamos decir que fue nuestro  primer poeta, y nuestro primer escritor.  
En 1810, cuando los revolucionarios independentistas pensaron en iniciar su diplomacia, pensaron en el joven intelectual, para enviarlo junto a Simón Bolívar y Luis López Méndez, a Inglaterra, con la finalidad de procurar respaldos internacionales para  nuestra independencia. Comienza el peregrinaje  que lo mantendrá hasta 1829 en Londres, haciendo de diplomático, de editor, de traductor, de periodista, de funcionario público, hasta que, luego de ver frustrados sus  deseos de ir a Colombia o de regresar a Venezuela, marcha a Chile, que lo acogerá como uno de sus hijos, y  donde Bello concretaría la mayoría de sus proyectos intelectuales y educativos. Se inicia en la política. Como senador logra darle a Chile un sólido  andamiaje jurídico. Luego vendría su mejor logro: la creación de la Universidad de Chile, de la que fue rector fundador, posición en la que  se mantendría durante 23 años, hasta 1865, año en que muere.
Andrés Bello, nacido en la entonces aldeana Caracas, logró ser el más universal de los escritores americanos. Sus aportes son diversos: en derecho, en educación, en lingüística, en literatura, etc. Y sobre todo, fue el poeta fundador de nuestra literatura. Sus dos grandes poemas "Alocución a la poesía" y "Silva a la agricultura de la zona Tórrida", sientan la base de la literatura que devendría de los países liberados del imperialismo español.
En el caso de Félix Armando Núñez,  no  menos  aldeano era el  Boquerón que lo vio nacer en 1897. Fue pariente directo del afamado patriota Antonio José de Sucre y también familiar del insigne poeta José Antonio Ramos Sucre, de quien escribiera uno de los primeros ensayos exegético sobre su obra. Su segundo apellido recuerda a Louis Daniel Beauperhuy Desbonnes, médico de origen francés, que se hizo venezolano, a quien se le debe interesante aportes acerca de la epidemiología. Núñez desde muy joven siente el deseo de ser educador y escritor. En 1912 egresa como Bachiller del Colegio Federal de Maturín, con grandes méritos académicos. El año inmediato marcha a Caracas, donde ingresa, luego de un  concurso, a la Escuela Normal de Caracas. En 1914 obtiene una beca que le permite irse a Chile. Allí se graduaría de Maestro Normalista y luego de profesor de castellano y literatura. Cumple labores docentes en nivel medio y  luego se hace profesor de la Universidad de Concepción, donde laboraría la mayor parte de su vida, ocupando importantes posiciones directivas.  En los primeros años de los cuarenta, se suma a la Misión Chilena, que creó el Pedagógico de Caracas. Luego regresa a Chile, donde moriría, en 1972. La Educación y la Literatura constituyeron sus grandes pasiones. Estuvo entre los grandes protagonistas de la  enorme revolución pedagógica que aconteció en Chile en esa época. Acucioso investigador y crítico literario, sobre todo  estudioso de los clásicos españoles, cultivó la poesía, y el año 1951 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, convirtiéndose en el único monagüense en obtener ese galardón.
En las obras de estos poetas, podemos obtener importantes insumos para fortalecer el arraigo por nuestro país. Una de sus grandes preocupaciones fue el  temor a perder su sentido de pertenencia a la tierra que les vio nacer. Por eso, la mirada que consolidaron en la infancia de Caracas o de Maturín, es su alimento vital. En su "Alocución a la poesía", Bello poetiza y reflexiona sobre el destino de los   pueblos de América. Estaba consciente de que no solo era necesario la independencia  política, sino la "emancipación mental", que nos devolviera la mirada sobre los territorios recién liberados.  En tal sentido, Bello fue nuestro  primer libertador cultural, cuando incita a los poetas americanos a tornar sus versos sobre nuestras vastas geografía. Por ello dice:
tiempo es que dejes ya la culta Europa,
que tu nativa rustiquez desama,
y dirijas el vuelo adonde te abre
el mundo de Colon su grande escena

      El intelectual que a muy temprana edad tradujo capítulos de la Eneida, el venezolano que  conocía más a los  clásicos, en los  días de 1810, es el mismo que incita a la poesía americana a ser americana auténticamente, a cultivar su literatura en la tierra misma del continente que nos  habían legado nuestros héroes independentistas. Gracias a sus consejos, la poesía sirvió para mirarnos. Inspirados por él, pudieron poetas como Alberto Arvelo Torrealba y Fracisco Lazo Martí, escribir sus "Florentino y el  diablo", y "Silva Criolla", donde el territorio  nacional adquiere la fuerza necesaria para hacernos sentir habitantes de Venezuela.
No menos importante fue la tierra venezolana, y  especial la maturinesa, para Félix Armando Núñez, quien a pesar de su  temprana ida del lar nativo, mantuvo en su memoria poética la fuerza telúrica de su aldea de Boquerón. En una carta dirigida a su prima, Cecilia Núñez, y que diera conocer Tomás  Freites Paz, el  poeta confesaba: "Me  duele tanto la ausencia", esa misma  que circulará por muchos de  sus poemas. En el poema "Altaflor", le dice a esa naturaleza:
Sin ruido te deslizas a hacerme compañía,
cautiva de la tarde, del silencio amadora
y sabia en soledades te complaces en ser mía
entregándome tu  alma en cada sitio y hora

De Maturín dirá el  poeta:
No me olvidas jamás ni yo te olvido
uno en el otro, sangre del  ensueño:
en refulgente azul nido pequeño
de donde surge un encanto conmovido

Y más concretamente de Boquerón, dirá:
Yo soy de un pueblo triste que sobre la llanura se anodada,
donde viví mi infancia entre llano y ternura
y mi  juventud mustia se abrió sin la dulzura
de alguna boca amada...


    El escritor es un marcador de diferencias, un ser que, como decía Meneses, nos brinda su comprensión de la realidad, para que  no nos dogmaticemos, para que  vivamos permanentemente los sueños de estas tierras, que  solo llegan a nosotros a través de esas voces que hablan en los  poetas.
La patria no es solo el territorio que habitamos. Es también su legado inmaterial: es su historia, sus héroes, su gente que sin querer ser histórica vive para que todos vivamos, como el campesino que siembra y cosecha,  que hace que nos alimentemos; como el pescador que arriesga su vida para que comamos a diario; como el más humildes de los hombres que con el despertar de sol, sale a la calle a cumplir la misión que la sociedad le ha encomendado. De esas vidas grandes o humildes se ha ocupado el escritor.
Simón Rodríguez se preocupó por que las naciones liberadas del colonialismo buscaran fundarse sobre un piso para hacerse verdaderas repúblicas. Para que fundemos esa república es necesario que sus habitantes crezcan en un clima donde tengan muchas opciones de mirar experimentar el tiempo que le toca vivir. Decía nuestro  Ramón Díaz Sánchez, uno de nuestros grandes novelistas, que “Es hora de que prestemos oído a esa voz que nos viene del pasado, transida de una experiencia dolorosa”. Para testimoniar eso, están la “experiencia dolorosa” de un Bello casi mendigante en Londres y de un Félix Armando Núñez en Concepción acostumbrándose al desarraigo. Pero también será necesario prestar oído a los escritores de hoy, comprometidos con una utopía que busca, en Venezuela, terreno en el que concretarse.
La literatura y el escritor  pueden convertirse en una gran cura contra una enfermedad que nos invade: la enfermedad de un bucle ideológico que intenta reducir el lenguaje a consignas maniqueas, que embucha a los guetos. La palabra hay que rescatarla; reconquistarla para crear un ambiente que redima la dignidad y la esperanza. Ese clima tendría que venir a caballo de la imaginación poética, para evitar lo que Díaz Sánchez consideraba un grave peligro, el que la simple práctica política convirtiera al pueblo en  “juguete de la demagogia oportunista”. Para tal efecto, nuestro escritor asoma esta convicción:
Esto se conseguirá más fácilmente si los intelectuales, deponiendo todo prejuicio formal, todo sectarismo, concurren al esfuerzo de poner al alcance de las masas el fruto de su inspiración y estudio.

Es a lo que aspiraban Félix Armado Núñez y Andrés Bello, para concretar el anhelo de Simón Rodríguez, de fundar verdaderamente una patria. Y para tal cometido, el escritor es un invitado especial. Díaz Sánchez está convencido de que el trabajo del escritor pudiera servir para
Que el pueblo, habituado a verlos divididos por falsas fronteras ideológicas, los contemple unidos en esta cruzada soberana, sin que ello implique, desde luego, sacrificio de las ideas que en lo político profese cada quien.

Nosotros, queremos creer en el escritor como el gran convocador de voluntades, no para que nos salve. Solo nos bastaría que hiciera el contraste que nos salve de la mediocridad reinante.



1 comentario:

Dionisio Nuñez dijo...

Celso: Hermoso escrito de ese par de venezolanos que dieron la talla y se proyectaron con creces en el.pais austral que les prohijó. En mi nombre y el de toda mi familia te doy las gracias por esta hermosa pieza que una vez más ha demostrado tu sapiencia y justicia para esos coterráneos que dieron lo mejor de sí sin esperar nada a cambio. Te pido permiso a ver si es posible pueda yo publicarlo y enviarlo a mi familia chilena y a otros que se encuentran en otras latitudes...altamente agradecido, hermano ..!!