viernes, 13 de septiembre de 2019

Jesús de Nazareth o la apuesta perdida
Celso Medina


Mi madre nunca me explicó por qué me puso Celso  (en griego: Κέλσος [Kelsos]). Apenas tenía ella 22 años cuando yo nací. Aprendió a leer mucho tiempo después. De modo que nada podía saber del origen griego de mi nombre. Ignoraba que quien lo portó, allá en la Grecia del siglo II, era un rabioso anticristiano, que acusó a María, la madre de Cristo, de haberse amancebado con un soldado romano para dar origen a Jesucristo. Por supuesto, la abuela Manuela, jamás supo tampoco del origen de ese nombre. Si lo hubiera sabido, no hubiera consentido que me lo pusieran, ya que rememora la injuria contra una figura a la que rezaba todos los días.