sábado, 23 de julio de 2016

El maestro que vendrá

Celso Medina

Fotograma de la Película La Pared, de Pink Floid



Casi fue una profecía aquella noticia lapidaria de Friedrich Nietzsche en Así hablaba Zaratustra en la que se nos informaba que Dios había muerto. Muerte que no fue forjada solo por los filósofos vitalistas de finales del siglo XIX, también de alguna manera Comte y Spencer habían contribuido a construir esa tumba contra lo religioso. Su religión de la ciencia y del dato infestó la modernidad de una incredulidad aguda. De manera que con  Nietzsche y con los positivistas nos quedamos sin salvavidas, en medio de una orfandad trágica. Todo el siglo XX nos la pasamos sufriendo  de ella. Los dioses hebreos fueron perdiendo su espacio en Occidente. Valéry decía a comienzos del pasado siglo "Hemos descubierto que somos mortales". Y esa conciencia de precariedad, lejos de volcarnos hacia una nueva mirada a lo divino, nos hizo más soberbio, reinstaló la primacía del mito del Titán, dios vencedor, que utiliza el poder para dominar, no para hacer que circule democráticamente la autoridad de las instituciones.

¿A qué juegan los literatos?

A propósito de: Hélène Merlin-Kajman. Leer en la boca del lobo. La literatura, una zona a defender


Florent Coste


Ilustración; Celso Medina


Con Leer en la boca del lobo, Hélène Merlin-Kajman viene  a aportar una pieza nueva en el dossier de la “crisis de la literatura” que se ha cristalizado luego de una decena de años alrededor de dos problemas conexos- el de la dificultad de definir la literatura; y el de una difícil unificación teórica de los estudios literarios. Se trata de un libro que se toma el tiempo de desmarcarse y de rebarajar las cartas. Leer en la boca del lobo busca en efecto desplazar el debate sobre un plan pedagógico, para abrirlo a la cuestión decisiva de las virtudes democráticas de la literatura. Este ensayo, si no se toma como una militancia, como lo sugiere su título, no concede nada  a una cierta forma de compromiso en las situaciones concretas de lectura, que examina con paciencia y atención. Se sustenta en efecto en una serie de experiencias concretas de lectura, de la que la autora sirve de testimonio[1], y donde los textos leídos (Baudelaire, Cardinal de Retz, Daudet, Molière, Shakespeare, Zola, etc.) alimentan la ocasión de análisis reflexivos circunstanciados, capaces de poner en crisis las interpretaciones transmitidas por reflejos teóricos y rutinas hermenéuticas.
Para hacer el retrato de un pájaro

Jacques Prévert (1900-1977)

Ilustración: René Magritte




Pinte primero una jaula
con una puerta abierta
pinte luego
algo bonito
algo simple
algo bello
algo útil para el pájaro