Díógenes entre nosotros
A propósito de El rey de los pobres, de Wiflredo Machado
Celso Medina
Celso Medina
La pobreza, la indigencia, la miseria en fin, como la duda, progresivamente, lo elimina todo. ¿Qué queda cuando se ha perdido todo? Este hábitat minúsculo. La propiedad ineliminable del Cínico es la caseta de su perro, su hábitat, su haber y su nombre… Bóveda de tonel que lo protege con su pliegue.
Michel Serres
El rey de los pobres es un libro que no nos sorprende en la obra literaria de Wilfredo Machado. Es coherente tanto en los temas que suele desarrollar como en sus juegos de retórica literaria. El humor negro y la palabra descarnada, sin mucho retorcimiento; los correlatos de mitos, sobre todo bíblicos, y la parodia a la tradición literaria están presentes en sus libros anteriores, facturados bajo el formato de la narrativa. Por ejemplo, el cuento “Contracuerpo”, con el que gano el Premio de El Nacional, en 1986, tiene como referente los cuentos “La mano junto al muro” y “Arco Secreto”, pero ese ejercicio de intertextualidad no impide que los lectores veamos crecer frente a nosotros un clima donde la poesía circula en medio de un espacio sórdido, que da cuenta de una sociedad donde el asunto de las desigualdades sociales se explaya sin rubor alguno.