martes, 25 de septiembre de 2018

Díógenes entre nosotros
A propósito de El rey de los pobres, de Wiflredo Machado
Celso Medina




La pobreza, la indigencia, la miseria en fin, como la duda, progresivamente, lo elimina todo. ¿Qué queda cuando se ha perdido todo? Este hábitat minúsculo. La propiedad ineliminable del Cínico es la caseta de su perro, su hábitat, su haber y su nombre… Bóveda de tonel que lo protege con su pliegue.

Michel Serres





El rey de los pobres es un libro que no nos sorprende en la obra literaria de Wilfredo Machado. Es coherente tanto en los temas que suele desarrollar como en sus juegos de retórica literaria. El humor negro y la palabra descarnada, sin mucho retorcimiento; los correlatos de mitos, sobre todo bíblicos, y la parodia a la tradición literaria están presentes en sus libros anteriores, facturados bajo el formato de la narrativa.  Por ejemplo, el cuento “Contracuerpo”, con el que gano el Premio de El Nacional, en 1986, tiene como referente los cuentos “La mano junto al muro” y “Arco Secreto”, pero ese ejercicio de intertextualidad no impide que los lectores veamos crecer frente a nosotros un clima donde la poesía circula en medio de un espacio sórdido, que da cuenta de una sociedad donde el asunto de las desigualdades sociales se explaya sin rubor alguno.

Cheikh Hamidou Kane :

 «África no existe, fue despojada 

de su espacio»




Coumba Kane



Es una paradoja de Cheikh Hamidou Kane. En cincuenta y siete años de carrera, el escritor senegalés no ha publicado sino dos novelas- La aventura ambigua, en 1961, y Los guardianes del templo en 1995- , devenidas clásicos, traducidas en una decena de idiomas e inscritas en el programa de numerosas escuelas y universidades. Ellas relatan el mal de las élites africanas desorientadas por la colonización francesa. Nacido en 1928 en Matan, en los bordes del río Senegal, Cheikh Hamidou Kane ha atravesado la historia contemporánea del continente, marcada por los cuestionamientos y sus tormentos identitarios.


Granadas

Paul Valéry


Traducción: Celso Medina






Duras granadas entreabiertas
cediendo al exceso de tus granos,
Creo ver las frentes soberanas
relumbrar sus descubrimientos.

Si los soles que por ti han sufrido
oh granadas entreabiertas
has hecho del orgullo trabajado
romper la eclosión de rubíes.

Y el oro seco de la corteza
en demanda de una fuerza
estalla en gemas rojas jugosas

Esta luminosas ruptura
despierta un alma que tengo
de secreta arquitectura.