sábado, 29 de junio de 2019

Las máscaras de la filantropía
Celso Medina


Ilusstración Celso Medina


Santo Tomás,cuando quiso defender a la iglesia cristiana, a la que culpaban de la destrucción del Imperio Romano, se vio en la necesidad de inventar su concepto de Libre Albedrío. Dijo: no fue Dios quien nos hizo malo o bueno. Él le dio al ser humano la posibilidad de optar entre la maldad y la bondad. De modo que el pecar es una facultad del hombre. Quienes no somos muy afectos a los dogmas religiosos, nos gusta ese concepto, pues nos ayuda a dilucidar lo que se entiende realmente por libertad, el derecho esencial a optar sin coerciones, bajo un horizonte histórico y de responsabilidad.
Kant habla de dos fuerzas que coercionan al hombre: una fuerza exterior, proveniente de la moral y las costumbre y otra fuerza, salida de la mismidad del hombre. Ambas fuerzas limitan el accionar humano. Lo controlan, le ponen límites. Asesinar, por ejemplo, es una fuerza destructiva que lo evita la fuerza moral o esa fuerza íntima. No matamos al prójimo por dos razones: porque nos meten presos (la moral heterónoma, externa) o porque tenemos un respeto por el otro, que tiene derecho a vivir ( la moral autónoma, interna).
Jean Starobinski : 
«  La crítica no tiene para mí otra tarea que entender cómo comienzan los libros.»



Historiador de las ideas, doctor en letras y en medicina, Jean Starobinski era uno de los más grandes teóricos de la literatura moderna. Murió el 6 de marzo de 2019, a la edad de 99 años. Publicamos en homenaje al autor la entrevista que el filósofo concedió a Patrice Bollon en 2012. Su último libro fue La Beauté du monde – La littérature et les arts, aparecido en 2016. La entrevista la reeditó la revista Magazine Littéraire del mes de marzo 2019


Patrice Bollon
 Magazine Littéraire N°° 526
 diciembre 2012 – 




Una gran figura del análisis literario, Jean Starobinski está siempre "en la tarea". A la edad de 92 años, publica dos "retratos" (uno de Rousseau, el otro de Diderot) y una colección de textos relacionados con la melancolía. Su cuestión esencial tal vez sea el vínculo entre sus las dos carreras que en que se formó: es  doctor en letras y en medicina.
Es el último sobreviviente de esos grandes escritores y artistas sutiles del siglo XX, que combinan comentarios eruditos y preocupación por el estilo: Paul Benichou, Maurice Blanchot, Reinhart Koselleck y Mario Praz. A la edad de 92 años, Jean Starobinski podría estar satisfecho con un importante trabajo en volumen  ya clásico, donde se mezclan conocimientos tanto semiológicos como científicos, así como el placer del arte y la literatura, e imbuido en el espíritu de las épocas pasadas. -sin olvidarr sus actividades editoriales y críticas relacionadas con Rousseau, Diderot, etc., o con contemporáneos como Pierre Jean Jouve y su amigo Yves Bonnefoy. Pero, según su expresión, todavía está "en la tarea". Por supuesto, como él mismo dice, "cuando arribas a la edad que tengo, ha llegado el momento de agrupar lo que ya se ha logrado", pero, agrega, "aún quedan algunos proyectos que sobreviven ". Como resultado de esta actividad de eterna curiosidad, Jean Starobinski publica al menos tres colecciones de sus textos, artículos y prefacios: una monumental  Tinta de melancolía, una obra dedicada a Rousseau (Acusar y seducir) y otra a Diderot. (Diderot, un demonio de ramal). La ocasión de hacer un balance con él sobre sus grandes temáticas y lo que él ha buscado, su vida, construir y aún sigue, como decimos, in progress ...

La tinta de la melancolía es una larga odisea a través de la historia y las figuras de ella. Volví a leer esta mañana en el tren de París-Ginebra, su maravilloso Retrato del artista en el saltimbanque de  1970 y también pensé en las Tres lecturas de Baudelaire  publicadas en 1990. ¿La melancolía es siempre uno de los temas centrales de su obra?


El canto de los náufragos

Jean Michel Maulpoix


Dedicado a hacer y a pensar la poesía, Jean Michel Maulpoix (1952) es un poeta francés que enseña en la Universidad Paris 3 y dirige la revista Nouveau Recueil, dedicada a la literatura a la crítica. Presidió la Maison des écrivains   de 2004 a 2007. Ha publicado una abundante obra poética y crítica.   



Ilustración: CelsoMedina




Somos los náufragos de la lengua.
De un país a otro vamos, colgados a los árboles
Flotando en nuestras frases
Estos son los restos de un viejo barco desde
hace mucho tiempo destrozado
Pero el deseo nos sostiene todavía, mientras vamos
a la deriva
para esculpir en estas planchas la estatuas de
sirenas de cabellos azules
y cantar siempre con estos pulmones
Imitamos al mar
No intentamos nada estúpido en el gran horizonte.
El mar, colgado al mar.
Tiembla y deslízate sobre el mar.
Sus movimientos de falda, sus golpes de espaldas, sus
redundancias
y todo ese azul que viene a nosotros en los grandes horizontes
del mar
Amamos las maneras como se va en el barco
Nos encanta cómo va el barco
balanceándose de una ola a otra, danzando su
emoción por encontrar el mar
y su curioso sonido de campana
cuando la música se despliega sobre  la gran partitura
del mar.
El mar es un cielo azul caído
Aquí hace ya mucho tiempo que el cielo perdió sus llaves
en el mar
¿Bajo cuáles soles nos hemos perdido ahora?
Nos quemamos en la playa de pedazos de cadáveres
Pues así son las palabras con sus huesos y sus
humos.
Manojos de fémures y de metacarpios
Fogatas de hierbas olorosas y polvos que
crepitan
Es un prado seco que se incendia cerca del mar
Altas llamas cabeza abajo saltan entre las
escobas
Y de repente ese busto de mujer moldeado en la
crepitación
ofrece este furioso amor
lanzando hacia el cielo la extensa queja.
¿Quién calcinó el corazón?
Solo, él avanza hacia ella, sobre la mole del granito estrecho
embarcando hacia el  vacío su cuerpo perecedero
Ella, la gran ola durmiente
lanza hacia él sus gavillas y sus enaguas
Él, el pequeño hombre recto sobre el dique con un creyón
pegado contra ella, pero separado
Ambos, aunque tan próximos, se pierden de vista
El uno contra el otro apretujándose, el corazón mal amarrado.
No llenaremos al mar con nuestras lágrimas.
Más bien sostengamos con nuestros cantos el esfuerzo de las tempestades
que vierte sobre nuestras cabezas sus gritos y sus jabones
Y cuando nuestros ojos descoloridos no vean nada
sabremos aún mejor lo qué es el mar
Las escamas habrán caído cubriendo nuestro
corazón
y nuestra piel nacarada finalmente será tan blanca
que ya no temeremos al loco amor de las sirenas.
¿Por qué no podemos echar raíces en el
mar
como lo hacen los ahogados y las algas?
Llevaremos sin pena sobre nuestras espaldas
el cielo azul que no se desvanece sino que sueña
colores
Y la lana cálida de las espumas
Y los frutos venenosos del mar
a los que nunca mordió labio humano
Estaremos de vuelta en el infinito jardín.
en la salud de los dos en alta mar
En los cálices y los ciborios
Bebemos golosamente el mar
Ninguna agua nos sacia
Tenemos hambre de sal
Nuestros labios están ávidos
En el agua azul, siempre es domingo
cuando se arrodilla el pez de oro.

Traducción: Celso Medina   


                                                

sábado, 15 de junio de 2019

Lilas sobre la tierra muerta

Celso Medina


En memoria de mi abuela, Manuela Medina

y
de mi madre, Cruz Enoe,
en el primer aniversario de su muerte





Abril es el mes más cruel, engendrando
Lilas de la tierra muerta, mezclando
Memoria y deseo, removiendo
Raíces muertas con lluvias primaverales.

T.S. Eliot. Tierra baldía


Error, amor, coliflor…
En la pizarra las palabras todas terminan en vocal no acentuada. Yo he entendido muy mal las reglas de acentuación.
Terror, amor, coliflor. Se acentúan, profesor. Y quedo en ridículo. Me paro- muy faramallero yo- y coloco acentos. Sólo se acentúan las palabras agudas cuando estas terminan en vocal o en consonantes n y s. Y me siento pequeñísimo.
Pero en mi oreja o en todo mi cuerpo,  otros ruidos revolotean, inquietándome. Son los sonidos de mi casa, en Caigüire.

« Querido Michel Serres »

David Djaïz

Michel Serres frente al río Garonne



El pasado primero de junio falleció Michel Serres, uno de los intelectuales franceses longevos (nació en 1930), como Levi-Straus, Ricouer y el aún vivo Edgar Morin. Fue un filósofo e historiador de las ciencias, miembro de la Academia Europea de Ciencias y Artes y de la Academia Francesa. Autor de una extensa obra en la que se entreveran la literatura, la filosofía y las ciencias. David Djaïz es un joven ensayista francés y profesor de Science-Po Paris, nacido en la misma ciudad donde nació Serres (Angen). Escribe esta carta para poner de manifiesto la admiración de su generación por el filósofo fallecido.  


Me permitiré tutearte, lo que no me atrevería a hacer si no me sintiera autorizado por la tradición normalista, a la que estabas tan apegado. Nací en Agen en 1990, sesenta años después de ti, el año en que fuiste elegido para la Academia Francesa, la coronación de una carrera literaria en Francia. Como todos los niños  de Agen, crecí con tu estatua viviente. En casa mis amigos de la infancia, tu retrato reinaba en las salas de estar, con tu vestido verde y tu tupida ceja de Gascón. En esas largas tardes de aburrimiento y verano, el sol arrojaba una luz dura sobre esas cejas que me asustaban un poco. En mi infancia, la gente hablaba de ti: encontraban tus libros complicados, demasiado complicados, pero les encantaron tus habilidades narrativas y el acento de Gascón que trataste, no sin un toque de dandismo. Agen ya te había rendido homenaje porque los gascones no esperan la muerte para honrar a sus grandes. El campus universitario llevaba tu nombre. También sabía que habías escrito a Hergé, mi amigo. Pero yo tenía una pasión infantil; su nombre era Tintín. Coleccioné sus álbumes, tanto en color como en blanco y negro, en francés y en todos los idiomas del mundo. Recibido en el hypokhâgne por Enrique IV, recién llegado de mi provincia, te  olvidadé un poco. Solo tenía ojos para los pensadores sistemáticos, a los que desafiabas: Kant, Hegel, Husserl, Heidegger, cuyos sistemas nos gustaba hacer y deshacer en los pasillos del internado hasta la mitad de la noche.

viernes, 14 de junio de 2019

Poema de aquí

 Samia Toutounji



Ilustración: Celso Medina


Poeta y figura importante de la cultura libanesa, Samia Toutounji  (1939-1989) publicó su libro Múltiples presencias en 1968. Al comienzo de los años 60 colabora primero con la Gallery One, luego organiza exposiciones en su domicilio para hacer conocer los artistas libaneses. Miembro del comité de dirección de  Dar el-Fan wal Adab, deviene su presidente (1972-1974) y le dará un nuevo impulso multiplicando las exposiciones, conciertos, obras de teatro, conferencias, etc. A la vanguardia de los lugares de arte polivalentes en vigencia hoy, Platform, su galería inagurada en 1895, prosiguió su trabajo de promoción y de acompañamiento de numerosos artistas libaneses. Murió asesinada en el bombardeo de la Embajada de España, junto a su padre, el escritor Toufic Youssef Aouad, y su hermano, el embajador Pedro de Aristegui.



Soy mujer plena portadora de metales y piedras
Cabeza soberana amores efímeros
Soy mujer y metamorfosis de mujeres
Mi busto de anémonas ricas
Mi empeine de vencida
En mi travesía tropieza la virtud
Tengo el rostro que me conviene
Y el gesto que me anima

Y quiero ir al mar al  manantial de San Cernin
Regalar mi valija de ayer
Regalar todas mis telas
Coloreadas y ligeras
Darlas a las misioneras

Pero vete casta mujer
Huye detrás de mis párpados
Vete pequeña pensionada
Quiero romper mi carapacho de niña

Las joyas son para morir un poco
El sol en mi espinazo es un pordiosero
 Vete rostro de ébano portador de invierno
Ya no soy la misma
 Ya no soy el topo escondido
Ni la liebre color tierra
Ni el mismo barco arropado por la misma ola
Ni el ancla amurallada en el mismo olvido
Quiero gozar el jardín de rosas y verbenas
Deslizarme felina entre la muselina
Y niñerías inciertas
Quiero la corona conjurada
El collar de hojas
La rodilla fabricada
El vestido del delirio la capa abigarrada
Y yo abigarrada de sombras
dedos hábiles de toques sabios
sobre el trineo blanco y desnudo
estación en el corazón de las estaciones
Yo paso

Traducción del francés: Celso Medina