viernes, 13 de julio de 2018

Poemas de Ledo Ivo



Poemas de LEDO IVO



Traducción del portugués: Celso Medina



Claridad

En mi claridad hay noche oscura
sol negro desviado por el muro
blanco de cal, claridad que apaga el sol,
luz que me ofusca, siendo oscuridad y luz
.

A las estrellas reclamo que iluminen
el papel blanco de mi largo día,
al grafito que manche el muro del destino
del sol que, siendo noche, me ilumina.

Mientras más luz produzco, más oscuro
me torno en pleno día, y más me osucrencen
las sombras que se junta en el arrebol.
Recorro la noche si quiero mostrar
las fracturas expuestas de mi ser.
y si quiero esconderme, busco el sol.


Ser y saber

Vi el viento soplar
y a la noche descender.
Oí el grito saltar
en la grama estremecida.

Anduve por el agua
más bella que la tierra.
Vi la flor abrirse
como se abren las conchas.

El día y la noche se unirán
para ungirme.
El enlace de luz y sombra
ciñen mis sueños.

Vi la hormiga esconderse
en la ranura de la piedra.
Así se esconden los hombres
entre las palabras.

La belleza del muro me sustenta
Es el hermoso pan matinal
que la manos más humilde deposita
en la mesa que separa.

Jamás seré un extranjero.
No temo ningún exilio.
Cada palabra mía
es una patria secreta.

Soy todo lo que es repartido
el trueno la claridad
los labios del mundo
todas las estrellas que pasan.

Solo conozco el origen:
el agua negra que lame la tierra
y los guardianes de la espera
entre las raíces del mango.

Solo sé que aprendí:
el viento que sopla
la lluvia que cae
y el amor.

Los caracoles

Solo para Dios se abren los caracoles
que encontramos inmóviles sobre la grama.
Nos inclinamos delante de ellos y suplicamos:
Háblanos¡ Confíanos ahora el gran secreto.
Explícanos el misterio de esta caminata
y de este silencio que tanto nos incomoda¡

Solo los caracoles conocen las causas primeras
y saben el origen de todo, desde la gran explosión
que creó el universo y todavía nos aturde.
Por más que preguntemos ellos naden nos dicen.
Pasan el día entero parados en la grama
y ni siquiera nos contemplan.

Los cómplices

Cuando voy por estos campos
un gavilán me acompaña,
estridente compañía,
sombra de sueño y de furia.

Una frontera de sol
nos mantiene distanciados:
al gavilán cielo y nubes,
a mí las piedras y los árboles.

Cada uno en su territorio,
y el mismo intento silencioso
en el corazón predatorio.

¿A quién herir o matar?
Por mis campos van dos cómplices,
ambos mal acompañados.

La parada
De mañana y tarde
al descender de la noche
subiendo la colina
me detengo ante Dios.
Nada le pregunto.
Ninguna respuesta
en el tiempo espacial
que pasa en blanca luz
e incomoda la claridad.
No voy por donde voy
ni vengo de donde vengo
cuando subo la colina
y sin ningún cansancio
llego a la pura altura
de amor y galaxia.

El trapiche

Quieres que guarde para ti el rocío.

¿Pero cómo puedo guardar lo que se disuelve
en el sol, como el viento, el amor y la muerte?
¿Cómo guardar los sueños que soñamos
a medida que avanzamos convencidos
en lo oscuro y sin nadie a nuestro lado?
¿Y los susurros de labios encantados
en otro lado del muro? ¿Y la hierba que se arrellana
en la pista del aeródromo? ¿Y la mancha aparecida
en la cáscara de la manga madura?
¿Cómo guardar la brisa sibilante
en el convexo del navío? ¿Y el vuelo de las aves?
¿Y la barca abandonada que atraviesa el río
y se detiene bajo el puente?
¿Cómo y por qué guardar una barda ferrosa
y la ceniza del conuco
y la lluvia que llovía y el viento que venteaba?
La nada guardaremos, nosotros que somos
el depósito de todo, el arca y el trapiche.
El rocío, que es eterno, se evapora
llegada su hora. Y nuestros sueños
nos aguardan fielmente en sus túmulos.


No hay comentarios: