No culpables, tampoco inocentes
Celso Medina
Ir donde no llaman
recogiendo pedazos de algo
que no recordamos haber roto;
no responsables, no culpables
tampoco inocentes
Eduardo Gasca
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Ilustración: Celso Medina |
Miguel de Unamuno en 1911 expuso en la
revista La España moderna una angustia que se convertiría en
profética. Intuía el sabio español la muerte del hombre y su conversión en
masa; muerte cuyos primeros síntomas serían la nulidad del ser, su disociación
en entes alienantes como el Estado, los partidos, las creencias... "Ni lo
humano ni la humanidad, ni el adjetivo simple, ni el sustantivo, sino el
sustantivo concreto: el hombre. El Hombre de carne y hueso, el que nace, sufre
y muere" (Unamuno, 1980).
Tal era el reclamo de este filósofo.
Moriría y apenas vería el sentido de su profecía. "El sustantivo humanidad"
desplazaría definitivamente al individuo y lo convertiría en masa informe, sin
posibilidades de sentir y pensar libremente.