El maestro que vendrá
Celso Medina
![]() |
Fotograma de la Película La Pared, de Pink Floid |
Casi fue una profecía aquella noticia
lapidaria de Friedrich Nietzsche en
Así hablaba Zaratustra en la que se
nos informaba que Dios había muerto. Muerte que no fue forjada solo por los
filósofos vitalistas de finales del siglo XIX, también de alguna manera Comte y
Spencer habían contribuido a construir esa tumba contra lo religioso. Su
religión de la ciencia y del dato infestó la modernidad de una incredulidad
aguda. De manera que con Nietzsche y con los positivistas nos
quedamos sin salvavidas, en medio de una orfandad trágica. Todo el siglo XX nos
la pasamos sufriendo de ella. Los dioses
hebreos fueron perdiendo su espacio en Occidente. Valéry decía a comienzos del pasado siglo "Hemos descubierto que somos mortales". Y esa conciencia
de precariedad, lejos de volcarnos hacia una nueva mirada a lo divino, nos hizo
más soberbio, reinstaló la primacía del mito del Titán, dios vencedor, que
utiliza el poder para dominar, no para hacer que circule democráticamente la
autoridad de las instituciones.