Para
nombrar la poesía
Ilustración: Celso Medina
Celso
Medina
…
En todo poeta vive
un Dios, un osado constructor de mundos que provienen de la nada. Y
el escritor cuenta con un poderoso y a la vez precario recurso: el
lenguaje. Con él acomete su función divina.
…
¿Qué crea el
escritor? No el mundo, sino mundos, así en plural, porque cuando el
parto cósmico nos puso en esta tierra, nos hizo precario, pero
dotado de imaginación. El mundo legado se nos entregó para que lo
multiplicáramos, no para hacer de él réplicas. El poeta no es un
mono que hace muecas al medio donde habita. El poeta-escritor está
obligado a ir contra la consigna, porque esta reduce el ser humano a
la más destructora de las simplicidades.
…
La poesía nació
para atenuar nuestra precariedad congénita. Arrojados al mundo
desnudos y sin movilidad, nuestra condición humana se fortalece
viviendo la vida. Para dar cuenta de ella, está el poeta. Y su
materia fundante es el lenguaje. Allí mora el ser (dice Heidegger).
Lo que practica el poeta es una ontología; es decir, es él quien
con más densidad se pregunta sobre quién es el hombre y cómo está
compuesta su humanidad. El poeta no es un filósofo, ni un
científico, ni un metafísico. No piensa el mundo, lo siente; no
modeliza el saber, lo explaya mostrándolo sin ninguna cortapisa
metódica. Tampoco hace de ese mundo un trasmundo artificial. La
ontología del poeta no es sino una paradogía, lo que José Lezama
Lima llamó la hipertelia; es decir, una búsqueda indetenible, que
no tiene telos (fin). La sociedad necesita del poeta, para renovar
permanentemente sus metas vitales.
…
A veces nos buscamos
y no nos encontramos. Y desesperamos. Pero a veces, nos encontramos y
lo que hallamos en nosotros es miseria. Y en ese hallazgo optamos por
destruirnos, para rehacernos. La poesía tiene como misión la
dialéctica de ese encuentro y desencuentro. Pero su dialéctica no
aspira la síntesis, prefiere vivir en las paradojas.
…
No hay que engañarse
con la realidad. No es generosa. Por ello, cero concesión a ella. La
realidad vive por su cuenta, no previó al ser humano. Por ello
siempre le crispa su existencia. La poesía es una aguafiesta de la
realidad. Y en vez de dedicarse a replicar el mundo, se ocupa de
construir sus verdades para que la vida sea vida y no sobrevivencia.
…
El poeta es un ser
ávido de vida, que ha sabido construirse una pupila con todos sus
sentidos. Por ello ve dónde nadie ve, ve como nadie ve. Los mundos
llegan a él no solo por sus ojos; el poeta sueña con tragárselos
en un solo sorbo. Marcel Proust duda de que las cosas por sí mismas vengan a uno. Dice: “Acaso la inmovilidad de las cosas que nos
rodean venga impuesta por nuestra certeza de que son ellas y no
otras, por la inmovilidad de nuestros pensamientos frente a ellas”.
La poesía es la verdadera movilizadora de las cosas, porque ella es
la que les da nombre. La realidad no sabe hablar. Somos nosotros, los
seres humanos, los que le damos elocuencia. Una cosa que no se nombre
es la nada, el vacío. Y es la poesía la que nombra con más
potencia las cosas. Gracias al poeta, las cosas toman lugar en la
memoria.
…
¿Dónde vive la
poesía? Generalmente vive en el poema. Pero su residencia es
incómoda. Un poema es una ristra de versos que recuerdan las
verdades del poeta. Intenta dar cuenta de la cruenta dialéctica
entre la realidad y la verdad. Esa dialéctica no cabe en la página
en blanco, su espacio se construye con paradojas. La letra quiere
reportar ese drama, pero su hipertelia borra toda meta. De modo que
el poema es una traición a la experiencia. Porque el poema no es
sino un pálido trazo, por cuyas líneas huye la vida.
…
Entonces, ¿está
condenado el poeta a ser un sempiterno traidor de su experiencia? Sí.
Por eso su angustia. Solo tiene el papel o el computador donde anota
vestigios de esa experiencia. Volviendo a Heidegger, el poema es
lenguaje en flor, cuya aroma vive en la instantaneidad y en la
brevedad. La vida es simultánea; pone en acción la diversidad de
sentires. Y el poema sueña con esa simultaneidad, pero solo tiene la
palabra, el sintagma ordenado; y aspira hacerle hendijas a esa
formalidad para hacer patente que el poeta es un hombre que ha
vivido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario