viernes, 4 de octubre de 2019


A los artilleros senegaleses 
que mueren por Francia



Léopold Sédar Senghor


Ilustración: Celso Medina


En vísperas de incorporarse Francia a la lucha contra la Alemania fascista, el poeta senegalés publica este poema, que refleja la visión de un africano que siente al referido país europeo como de él. Bien es cierto que el poeta fue líder de la independencia de su país, pero el antifascismo lo llevó a afiliarse al ejército francés para hacer de la lucha contra Hitler una sola. Y padeció prisiones, sintió la muerte respirándole en la espalda. Aquí invoca una epopeya de un famoso ejército senegalés que hacía más de cinco siglos había protagonizado duras batallas para cuidar el territorio africano.  Se trata, entonces, de metaforizar con los dos ejércitos, para fundirse en la gran tarea de salvar a la humanidad entera del oprobio del fascismo. Muchos negros africanos cayeron. Desafortunadamente esa Europa que ayer recibió la ayuda de África, hoy la mira con desdén, cobijándose en un manto de intolerante racismo. Los negros ahora no mueren en el ejército; se ahogan en las pateras del Mediterráneo.





He aquí el sol
Que acaricia los pechos de las vírgenes
Que sonríe a los ancianos sentados en los bancos verdes
Que despertará a los muertos que yacen bajo una tierra materna.
Escucho el ruido de los cañones- ¿Es Irun?
Florecen las tumbas, se calienta el Soldado Desconocido.
A ustedes, hermanos oscuros, nadie los nombra.
A sus niños les han prometido quinientas millas por la gloria de los futuros muertos,
Se les agradecen los futuros avances de muertos oscuros
Die Schwarze schande![1]

Escúchame, artillero senegalés, en la soledad de la tierra negra y de la
muerte
En vuestra soledad sin ojos sin oídos, más que en mi piel sombría en el fondo de la Provincia
Sin siquiera el  calor de vuestros camaradas acostados unos con otros, como en la antigüedad
en las zanjas antiguas y en las palabras del pueblo
Escúchame, artillero de piel negra, aunque sin orejas y sin ojos
en vuestra triple voz nocturna.
No hemos alquilado dolientes, ni mucho menos las lágrimas de vuestras mujeres ancianas
-Ellas no se acuerdan sino de vuestros golpes de cólera, prefieren el ardor de los vivos
Las penas de los llantos muy claros
se secan rápidamente de las mejillas de vuestras mujeres, como en la estación se secan los torrentes del Fouta
Las lágrimas más calientes más claras más rápidas borrachas en la esquina de los labios olvidadizos.

Os traemos, escúchanos, nosotros que apelamos a tus nombres en los meses que mueren
Nosotros, en estos días de miedo sin memoria, os traemos la amistad de vuestros compañeros de edad.
Ah! Ojalá un día de voz color brasa, pueda cantar
la amistad de los compañeros fervorosos entrañables y delicados, fuerte como los tendones.
Escúchanos, Muertos expandidos en el agua en lo profundo de las llanuras del Norte y del Este.
Recibe este sol rojo, bajo el sol de verano ese sol enrojecido de sangre de las blancas hostias
Recibe el saludo de tus camaradas negros, artilleros senegaleses.
QUE MURIERON POR LA REPÚBLICA.
Tours, 1938


[1] La vergüenza negra

Traducción del francés: Celso Medina

1 comentario:

Dionisio Nuñez dijo...

Que injusticia contra los pobres negros que guardan en sus almas infinita bondad que se les retribuye con rencor y maldad...ah, malaya cará..!!