viernes, 27 de julio de 2018



La ciudad luminosa
(fragmentos de una novela inédita)

Enrique Pérez Luna


El castillo
preside la ciudad en que vivo
entre historias
el viento preside el castillo de la ciudad en que vivo
a ojos y oídos
el cuento de muchachos que levantan castillos
de arena en la playa
y levantan castillos de arena al ojo
y orejas de polvo al aire
y los cuentos y las historias que hicieron la ciudad
en que vivo.

Eduardo Gasca.




Cumaná, San Francisco

  

Al comienzo el cielo y el mar parecían unirse y el azul se extendía más allá de las montañas. El verde cubría la tierra y había grandes árboles. El río que partía en dos la extensa sabana a veces se convertía en varios ríos y las tierras eran fértiles. Todo eso era bueno. Cerca de la desembocadura vivíamos y más allá en lo alto del cerro había una piedra grande desde donde se veían los colores del arcoíris. Después vinieron los fantasmas que salieron del mar,…

  

A veces bajo por la ladera y voy bordeando el río que pasa lento, a veces llego lejos. Al comienzo me asustaba meterme hasta el follaje y perderme en el camino, el camino largo y empedrado conduce no se adonde y del río van apareciendo otros pequeños ríos que lo inundan todo. Son caminos de agua que se ven cada vez más pequeños mientras subo y voy bordeando la orilla, el brazo grande del río se hace más grande, son aguas ahora agitadas con rápidos caudales que parece que inundarán las casitas.
            A veces bajamos y atravesamos la primera parte del camino sin alejarnos de las casitas, a ella le da miedo sobre todo cuando desde arriba mira las aguas agitadas; quiero seguir pero nos sentamos sobre la Piedra Grande, desde allí vemos todo, el mar es azul y el cielo también lo es; ella dice que de noche deben verse lindas las estrellas, le respondo que pueden verse tan cerca que podemos tomarlas con las manos, ríe y le propongo quedarnos esta noche, me mira y vuelve a reír, la risa me contagia y la veo diferente.
            A veces bajo por la ladera, los muchachos juegan y ríen, estamos solos, nos acercamos, ella me cubre los ojos y nuestros corazones laten más rápido, el mar es más grande y más azul como el azul del cielo, vemos las estrellas cuando pasan cerca de nosotros, el río deja un raro sonido que se arrastra por la noche.Nos reímos cuando nos separamos del grupo y subimos hasta la Piedra Grande, la piedra donde ella y yo somos como las estrellas, la tarde va pasando, las estrellas van saliendo, saliendo, saliendo siempre brillantes.
            Al comienzo caminaba solo, a veces le gritaba para que me esperara, se alejaba cuando el río también pasaba apresurado, a mi me daba miedo; aquella tarde corrí para alcanzarlo y al final lo abracé, él me miró de otra manera, algo extraño me recorrió el cuerpo, ytambién lo miré de otra manera. … Si por él fuera iríamos hasta el final cerca de la montaña, desde allí el mar se ve más azul y más cerca del cielo y solo faltaría saltar, como dice el Viejo abuelo, para llegar hasta el arcoíris desde donde todo se vería mejor. Estamos en la Piedra Grande,causa risa cuando nos separamos del grupo, ahora somos diferentes, la tarde va pasando, las estrellas comienzan a aparecer, nosotros nos vamos acercando.
            Cuando es de día se ve la llanura, el largo follaje, el camino empedrado hasta las casitas, el río atraviesa todo y al final aquel mar también luminoso; jugábamos todas las tardes, hacíamos un gran hueco y enterrábamos conchas del mar; recuerdo la tarde cuando le hice un collar y se lo pusesobre el pecho, entonces ya éramos más grandes y siempre caminábamos hasta la piedra que sobresalía en el cerro que rodeaba las casitas. Veíamos venir la noche con sus estrellas y las casitas y el follaje y el cerro y todo parecía inundarse de luces y reíamos en la noche. Desde la Piedra Grande se veía abajo el río y la verde pradera rodeada de rocas que alguna vez el agua agitada había traído. Desde niños jugábamos todos los días, las mujeres se pintaban la cara, nosotros nos pintábamos los brazos y el pecho; aquella tarde en medio de todo nos fuimos hasta la piedra que bordea el camino, allí pasábamos la noche, allí vimos como el mar se unía con el cielo y lo luminoso que se ponía todo.
            Lo recuerda y lo recuerda como si hubiese sido la noche anterior, desde lo alto del arcoíris puede recordar todo, recuerda los juegos sobre el tesoro que siempre enterraban. Se lanzaban al mar y pasaban el tiempo nadando y jugando como si se hundieran en el azul del golfo. El juego que más importaba era descubrir los tesoros de los otros; hacían grupos y cada grupo enterraba su tesoro, casi siempre eran conchas del mar y cosas que encontraban en la orilla; salían sigilosos y se perdían entre los manglares y después comenzaba la búsqueda.Desde los colores del arcoíris recuerda todo, sentado frente al mar y delante de bellos manglares, recuerda todo como si hubiera sido la noche anterior. Salían sigilosos, se perdían entre los manglares y entonces comenzaba la búsqueda. Recuerda todo detalladamente; veía venir la tarde llena de silencios, recordaba el sueño cuando bajaba por la ladera hasta llegar a una piedra grande, iba acompañado y él recordaba que era bonita, se abrazaban y esperaban el atardecer para ver las estrellas quelo iluminaban todo; la sabana, los grandes manglares y la playa, atrás la montaña y el golfo que se veía tan amplio, las casitas estaban abajo y ellos en la Piedra Grande, las manos casi rozaban las estrellas; el río corría silencioso, abierto en muchos riachuelos que inundaban el paisaje mientras se abrazaban llenos de miedos.Recuerda todo sentado frente al mar, lo recuerda como en dos tiempos, el tiempo del sueño cuando caminaban llenos de ansiedades hasta la Piedra Grande y el tiempo cuando en medio de la lluvia y el enfurecimiento del mar saltaron hasta el arcoíris y se impregnaron de todos los colores.

       Ese día llegamos temprano, teníamos tiempo que no subíamos a la Piedra Grande, atrás habían quedado los juegos cuando éramos niños, solo volvíamos pocas veces y me quedaba con él y allí nos agarraba la noche y regresábamos abrazados a través de aquella sabana con un cielo lleno de estrellas. Primero era un anhelo y después caminábamos por la ladera hasta llegar a la piedra y veíamos las estrellas iluminándolo todo, primero era como miedo y luego todo era ansiedad. Nos quedamos, estaba amaneciendo, de pronto todo se sacudió, el mar se levantó, nosotros primero nos aferramos a las piedras que igual se movían y después corrimos hacia la sabana; como a mediodía,cuando todo parecíasereno, comenzó el segundo movimiento y la tierra tembló por muchos días. El río se salió de su cauce, el mar sobrepasó sus límites y el agua pasaba como si se hubiese abierto otro mar, estábamos asustados, las grandes piedras al comienzo eran pura grietas y fueron cayendo, todo era agua del río y del mar que se levantó como lluvia, quisimos correr y no lo hicimos, quisimos llorar y no lloramos, solo nos abrazamos agazapados en las esquinas de la Piedra Grande que resistía aquel largo temblor, teníamos que salir antes que todo terminara cediendo, lo hicimos, corrimos hacia ninguna parte, todo se desplazaba hacia los lados o se destruía, cuando caminamos nos dimos cuenta que había muchos muertos y las casitas estaban todas en el suelo y todo era agua,…
            Corro aunque no encuentro por donde hacerlo, el agua del mar cae como lluvia, él corre delante de mí y va indicando el camino, a veces no hay camino y nos detenemos y nos ocultamos debajo de árboles que aún se estremecen, la tierra no para de temblar, la explanada casi desapareció, muchas casas han caído y hay muertos y hay heridos,…
            No encuentro por donde correr, estoy pendiente de ella, la sabana se confunde con el agua, creo que es imposible llegar hasta donde están los demás, sólo quedan restos de manglares y piedras y agua, la lluvia cayendo y el temblor que no termina, ahora será difícil ver las estrellas alumbrando el poblado,…
            Nunca había temblado tan fuerte, desde que llegó esa gente la naturaleza está brava, el mar se enfureció y sus aguas inundaron todo, mientras el río bañó la sabana, ha habido muchos muertos y los niños parecen perdidos y lloran buscando a los suyos, el ruido es como de fin de mundo y es verdad que el mundo está por acabarse, busco alguna protección, ellos corren y se caen por sus pesados trajes, los muchachos habían salido para la Piedra Grande y ahora no sé donde estarán, ella no aparece por ninguna parte, él debe estar perdido, tal vez el temblor sea lo único que pare a esos que un día llegaron y ahora nos persiguen con un filo; el temblor se repite una y otra vez, ya parece tener menos fuerza, nunca había temblado como ahora, recuerdo un temblor así cuando era niño y todos corrieron igual hacia las montañas; desde que llegó esa gente la naturaleza está brava y nosotros estamos bravos y tenemos miedo, el temblor se ha calmado, el agua de mar cae como si fuera lluvia. Todo ha ocurrido tal como lo había soñado.
            Solo sé que saltamos y corrimos desesperadamente cuando la Piedra Grande comenzó a moverse, corrimos entre agua, muertos y heridos, él trataba de protegerme; otras laderas han aparecido, tendremos que rehacer un camino para volver a ver a las estrellas y a la noche cuando todo es luminoso; no sé en qué momento lo perdí de vista, ahora deambulo por toda la sabana, larga la sabana y temblorosa, ando perdida, llena de miedos, por todas partes nos persiguen, aparecen como de la nada, nos buscan para quitarnos lo que brilla; tengo miedo de todos, de los míos porque me ven sola y de los otros que han venido de otras partes, la tierra se mueve, estoy en el circulo de fuego que calienta la noche. Parece que todo se ha calmado, miro al cielo porque pensé que también se vendría contra nosotros, que las estrellas se caerían y ya no volverían a alumbrar, estoy perdida en una noche luminosa, no sé dónde se habrá metido o si le ha pasado algo. Al principio parecía como un llanto leve, después se hizo más fuerte, el llanto me guiaba en medio de la oscuridad porque ni la luz de la luna ni la de las estrellas llegaban hasta este punto del bosque, busqué por todos los lugares, lo encontré y abracé como si fuera mi hijo. Caminé durante buena parte de la noche, al final se divisaba un fuego, el calor fue apareciendo poco a poco y me acerqué, eran mis hermanos, algunos heridos, otros asustados, me acerqué distante del fuego y el frío que traía del bosque fue desapareciendo, había dejado de temblar, la tierra ya no daba saltos, yo lo protegía como si fuera su madre.
Desde el día que llegaron nos persiguen por todas partes y nos quitan lascosas que brillan; llegaron en unas canoas grandes y se convirtieron en fantasmas, nosotros cambiamos de sitio pero aparecían por todas partes, después nos llevaban a buscar perlas y allí parecíamos animales hundidos en el agua, a veces sacaban a nuestros hermanos muertos o terminaban por matarlos otra vez; siempre los vemos, todo el día nos persiguen, yo los veo hasta dormida, a veces sueño que voy con uno de ellos y recorremos toda la montaña y la playa, en los sueños me atrapan entre varios y me hacen cosas y yo despierto sobresaltada, pienso que son cosas mías, pero es el miedo de que algún día me agarren, no importa que sea en sueños y me maten,…Todos parecemos fantasmas después de los temblores que sacudieron la tierra, nos persiguen en la noche fría o en tardes calientes, nos buscan por todas partes yson de colores, son como azules y llevan algo en las manos y cortan nuestros cuerpos, son amarillos y en sueños nos atacan yconducen por un camino sin final y despertamos y caminamos la sabana y nuevamente aparece la noche ysusmisterios.


Me persiguen, puedo verlos, no sé si serán cosas mías, veo una nube de colores, a veces la nube es como blanca o negra, parece una sensación, me he acostumbrado. Primero apareció en mis sueños, veía que entraba por la ventana e iniciaba un recorrido que duraba toda la noche, vivimos diferentes situaciones, tal vez diferentes aventuras, al final amanecía yla vida continuaba; después eran varios y todos me visitaban en la noche y en los sueños llegaban hasta unabismo y comencé a preguntarme hasta dónde llegaría y si conduciría a otro mundo, ¿llegará hasta la muerte o será otra vez la vida? Ahora son muchos, aparecen a cada momento, son de diferentes colores, a veces blancos y negros o verdes o azules; fijé en mi memoria los colores de las trinitarias cuando se combinaban y parecían un bosque de azul y me enredo con ellas; ando de manera sigilosa y mis amigos parecen darse cuenta, piensan que lo hago por mi amistad con Luis Manuel que también es silencioso. Él pasa todas las tardes por el frente de la casa, nos mira y pareciera dibujar una sonrisa, continua sus pasos y llega hasta la plaza, al frente está el cine y al lado la casa del poeta, no habla con nadie. El otro díalo acompañé e hicimos comentarios sobre lo que tal vez podría ser la trama de la película que anunciaban, conversó conmigo; los muchachos están contentos con Luis Manuel, ahora todos somos amigos.
A veces camino y llego hasta tu casa que queda en la calle que sale al liceo, tu mamá me recibe y apareces alegre como siempre, tu papá lee el periódico y le saludo un poco retraído, tus hermanas que son bonitas, comienzan a reír, lo hacen desde la mañana cuando salté la reja del jardín y me metí en la sala y tú me abrazaste. Estoy invitado a almorzar, dijiste que había que hacer confianza y no me opuse. Te sientas a mi lado y comienzas a contarme cosas del liceo, me río y digo que conozco al profesor; tu mamá está en la cocina y tu padre sigue leyendo o haciendo que lee el periódico. Pensé que hablarían conmigo o me dirían algo; parecen alegres y tratan de atenderme para que me sienta bien y eso me gusta, son atentos, tu mamá de vez en cuando sale de la cocina para preguntarme por mis hermanos, a veces dice que ha llovido mucho y que las calles amanecen llenas de barro, estas contenta parece que te gusta la actitud de tus padres y festejas que no haya tenido problemas en venir.Ahora estamos en el jardín de tu casa, dices que los viejos no parecen tener problemas y sonreímos. Pienso que es bueno estar contigo, solo quiero sentirte cerca en una tarde que se apaga.

Antes me perseguían y me llevaban hasta el abismo de la muerte o de la vida. Un día decidí lanzarme en aquel sueño, en el trayecto pude reconocer cosas de la vida, la caída no terminaba nunca, me hundí en un mundo de colores, un mundo lleno de otras cosas, no es la muerte pensé, es otra posibilidad de conocer la vida, era como un túnel donde aprendí a conocerlos. Luis Manuel si es un amigo de la vida, veo cuando baja por la calle, puedo leer su mente cuando él ya ha leído la mía, puedo recoger las imágenes que se forman a partir de sus ideas y por eso somos amigos que se reconocen en la vida. Caigo al abismo, nadie me indujo, después de tantos sueños resolví lanzarme y me encontré con colores y sorpresas. Voy cayendo, el viaje parece largo, los colores a veces me sorprenden y soy rojo, amarillo, verde, azul, recuerdo a las trinitarias cuando se ponen bonitas; voy cayendo y ahora el sueño es por una calle, a veces corro, al final están los muchachos pero ellos no me ven, paso cerca y los saludo pero no me ven, la calle se hace cada vez más larga y parece no tener final, todo se llena de colores, voy al lado de mis amigos aunque no formo parte del grupo; cambio de sueño y mi cuerpo brilla, ella viene hacia mi todas las tardes cuando después de la lluvia salgo al patio para encontrarla, ahora somos uno y un sentimiento abarca todo; son días de lluvia, ella aparece y dice que no existen, pero sí existen porque en el siguiente sueño soy uno de ellos que salgo en la noche, cuando ya no llueve y todo lo puedo alterar y hacer que ni yo mismo recuerde quien soy y salgo de lo profundo, cruzo la calle, camino hacia la plaza que está al frente del cine donde todos esperan para ver la película, en esta, como ya sabemos, unos fantasmas matan a otros y la gente se asusta y quisieran regresar al abismo de colores donde la vida parece diferente.

Mamá dice que Pelón es un muchacho raro, silencioso, pero es educado; no puedo decirle a mamá que a veces tiene la idea de ser un fantasma, yo he tratado de quitarle esa idea y sus cosas me dan ganas de reír. Cuando estamos en el patio se entusiasma con la colección de begonias que tiene mi mamá, le gustan; papá que es un tipo de carácter fuerte y celoso conmigo se ha hecho como su amigo, le gusta porque comparten ideas. El otro día Pelón se apareció con unas begonias para mamá y en el patio pasaron un buen rato sembrándolas y separándolas de las otras, él dijo que se llamaban corazón de niño y ella ya lo sabía, rieron mucho, ya son amigos. Con quien no congenia es con mi hermano, le ha dirigido varias veces la palabra y este apenas le responde, yo le digo que no le haga caso. Llega a la casa saluda y entonces buscamos a mamá, la encuentra en el patio regando las matas, las begonias se han puesto bonitas y dice que no necesitan mucha agua, ella dice que es verdad, siempre está de acuerdo con él. Mamá ya no piensa que es un tipo extraño, me río cuando me acuerdo de eso; a veces dice que mi hermano está así porque es un fantasma y yo le digo que está celoso y nos reímos toda la tarde, mamá está encantada con Pelón.

Siempre tuve miedo de ese recuerdo y preferiría que no volviera nunca, en el fondo era grato. Fue una tarde –pensé. Una tarde ligera, fresca, el sol ya había bajado y no sabía qué hacer ante el bullicio de la gente, ya estaba decidido a marchar cuando escuché una voz conocida que parecía susurrar al oído – eres tu el que nunca le ha hecho caso a la vida-. No quise voltear, pero sabía que era mejor responder porque sino pasarían otros años sin poder hablarle. Dije: –la vida es tu recuerdo. La vi reír, eran unos labios grandes, un cutis limpio y una mirada cambiada no sabía por qué. Allí estaba, estuvo siempre. Tal vez por el encanto, nos provocó abrazarnos y fue un abrazo prolongado. Nos sentamos en un banco alejado de la plaza y hablamos de muchas cosas y vino la despedida. La lluvia duró toda la noche, las calles estaban inundadas, el agua trataba de llegar al mar. Intenté concentrarme en la lectura, su rostro volvía del pasado. Di riendas sueltas al recuerdo y al final me di cuenta de la noche que se apaga y vuelven a aparecer los fantasmas que nunca me llevaron.


            Yo apretaba al niño contra mi cuerpo cuando la tierra volvió a temblar y ellos casi nos alcanzan pero una lluvia de piedras cayó y aplastó todo, los que quedamos corrimos hacia los matorrales, la tierra se partió y muchos quedaron enterrados, lo abracé con más fuerza, sus ojos brillaban y logré llegar cerca de un sitio que estaba detrás de unas piedras. Descansé y en medio de la luz de la luna que penetraba por  los árboles miré cuando me miraba y lloré por todas las cosas que estaban ocurriendo. Pensé que era posible que lo encontrara y ahora estaríamos con el niño, juntos las cosas serían diferentes y tal vez volveríamos a tomar las estrellas con las manos.

Corría por la casa y ocupaba todos sus rincones, pasaba el día tumbando las frutas de los árboles del patio; parecía que tenía su propio mundo, hacía carritos con las viejas latas de sardina e inundaba las aceras del patio y hasta un taller organizó para repararlos. Otras veces hacía barcos de papel con los viejos periódicos que el abuelo guardaba, los veía como resistían el agua hasta que naufragaban en tardes lluviosas.
Hablaba con el abuelo de muchas cosas y este se distraía con el  niño y le contaba historias de su vida; al abuelo nadie le hacía caso, solo él se sentaba y hasta amanecía dormido en su cama después de interminables cuentos. El abuelo le acariciaba el pelo y le sacaba el dedo de la boca y así pasaba toda la noche. A veces se imaginaba como el protagonista de las historias del abuelo y entonces el túnel era largo y estaba unos cuantos metros por debajo de la superficie, se sorprendía por aquellos chorros de agua que emergían de repente o cuando sacaban el carbón desde sitios profundos y él ayudaba en la perforación y cargaba para llenar los vagones y se reunía con los compañeros a compartir la comida y salía negro a la superficie y se despertaba y el abuelo estaba viendo como dormía y se llevaba el dedo a la boca.
Pelón recordaba cuando el abuelo trabajaba y entonces no era el abuelo, era él despejando el camino de tierra para que pasara la carretera, más de una vez tuvieron que estar alertas con las culebras que salían desde los matorrales y eso era un escándalo y era verdad que había culebras y siempre mataban algunas que sorprendían a todos. El terreno era una subida y los hombres con el sol a sus espaldas abrían a fuerza de machetazos el camino que después llegó hasta el cerro La Línea y entonces se trataba de bajar para llegar hasta el río donde estaban construyendo el puente; Pelón se despertaba y el abuelo lo abrazaba y entonces él volvía a dormirse llevándose el dedo a la boca.
Pelón recordaba al abuelo y pensaba en lo tanto que se había encariñado con él, lo veía pintando la casa y él ayudaba con la escalera pero lo que tenía era ganas de pintar, de tomar la brocha y pintar un pedazo de la pared que iba desde la sala hasta la cocina; a veces el abuelo bajaba de la escalera y le entregaba la brocha y Pelón hacia un garabato en la pared y el viejo reía y el carajito también mientras se quitaba todas las manchas de pintura del cuerpo, en la noche el abuelo lo veía dormir.
Pelón salía para la escuela y se reunía con los amigos, al comienzo parecía aislado y después hizo confianza con Luis Manuel, el muchacho que vivía en el Chispero, era una amistad a toda prueba que comenzó cuando el que llamaban “Catire” se metió con Pelón y quiso golpearlo cerca de la escuela, Luis Manuel le dijo que no tuviera miedo y Pelón no tuvo miedo y por eso nunca más se metió con él, le buscaba el lado pero Pelón nunca le hizo caso, más bien le tuvo recelo.
Pelón salía para el liceo, siempre lo podían ver con Luis Manuel el muchacho del Chispero, eranmuy unidos. Después de la clases en la tarde se quedaban en el viejo campo, unos llevaban una pelota, otros un guante o un bate; las jugadas nunca eran claras, cada uno tenía una decisión diferente y siempre terminaban discutiendo, Pelón y Luis Manuel apaciguaban los ánimos y el juego continuaba con muchas interrupciones. Cuando tenían clase en la tarde salían a la seis y se quedaban un rato en la cancha lanzando la pelota para ver quién metía más canastas, Luis Manuel siempre ganaba porque era alto y saltaba más.
Pelón se quedaba en la plaza con Isabel Cristina; ella era flaca y tenía una pollina que casi le tapaba los ojos. Caminaban hasta el busto del poeta.
La plaza era circular, ella me esperaba y apenas podíamos abrazarnos. El trató de que en su casa nadie lo supiera, no había que temereran juegos libertarios. Abrazarnos era la alegría, sentía su cuerpo temblando, estábamos tan próximos. Hay que conocer todas las salidas de la plaza por si algún día tenemos que correr, una posibilidad sería correr hacia la calle donde está la librería, serán muchas las carreras y por eso es bueno no siempre ubicarnos en la plaza porque es circular y ellos tienen como cercarnos todos los espacios. Las primeras veces que tratamos de besarnos terminábamos riendo, era emocionante como la tarde cuando nos vimos por primera vez y todos reían y a ti no te pareció justo que se rieran porque me había caído cuando lancé el balón hacia el aro. Esta noche es la reunión, seguro que estará aquel que nos dio la cotorra de que las luchas venían del Paleolítico y entonces sin que se enterara comenzamos a llamarlo así; a él también le gustaba contactarnos en la plaza. Se rieron y a ti no te gustó y entonces le gritaste que no se rieran, sino que me ayudaran a parar y a ver si me había lastimado, se pusieron serios, clavaste tus ojos grandes sobre mí y por primera vez escuché que me dijiste “Pelón”. Allí aparecíamos y él hablaba cosas que nosotros no entendíamos y nos pareció rara la frase de que éramos “hijos de Bolívar”. Dijiste algo y luego preguntaste, yo solo miraba aquellos ojos, después escuché cuando volviste a preguntar ¿coño Pelón te pasó algo? Y yo respondí que no me había pasado nada, pensé en retenerte para que me revisaras todo. Paleolítico dijo “hijos de Bolívar” y nos pareció exagerado, Luis Manuel tenía más tiempo que nosotros y en las noches cuando intentábamos fumar nos explicaba cosas. Me pareció que tú también hubieses querido abrazarme y aferrarte a mi cuerpo, pero la cosa tampoco era así, después todos nos paramos para seguir jugando y pasaste una toalla por mi frente y volví a pensar en retenerte para abrazarte y que se yo, pero la vaina tampoco era así. Luis Manuel era nuestro amigo y siempre llegaba primero y se instalaba en la plaza, llegábamos todos y comenzaba la conversación, él decía que habría bronca, que teníamos que tener cuidado al dispersarnos, era un plan ya pensado, nosotros apenas sabíamos lo que explicaba Luis Manuel. Con el tiempo ya los muchachos se acostumbraron a vernos juntos, en la biblioteca, en el centro de estudiantes, en la cantina y hasta en los alrededores de la iglesia repartiendo volantes cuando parecíamos “hijos de Bolívar”, a veces íbamos agarrados de la mano y en otras nos despedíamos con un beso. Esta noche Luis Manuel nos convocó para una pega de afiches alrededor del liceo, todo estuvo bien, nos despedimos y cada quien cogió por su lado. Ya tarde pasé por el frente de tu casa, me pareció inoportuno llamarte a tu ventana, solo quería mirar aquellos ojos tan llenos de alegría.
La policía llegó como siempre haciendo correr a todo el mundo, nosotros saltamos hacia la plaza, se sintieron los disparos, Luis Manuel fue el primero en llegar hasta donde habías caído, después llegó ella y le gritó a Luis Manuel que la dejara abrazarte y entonces fue la última vez que viste aquellos ojos tristes,…

            Siempre desde niños juntos caminábamos hasta la Piedra Grande, el Viejo Jefe nos decía que había una piedra que era grande y que desde allí se podían ver todas las estrellas. El Viejo decía que llegarían en grandes canoasy todo sería destruido como cuando la tierra se mueve y todo se cae y el río se sale y todo se llena de agua. Nos dice que en un comienzo la tierra estaba sola y luego se llenó de árboles y el agua dividía la tierra y una parte quedaba llena de montañas y de selvas y de todo tipo de animales y en la otra estaba el caserío siempre inundado. Nos dice que en un comienzo todo era verde ante la luz del sol y de noche la luna era grande y su luz era brillante y los luceros eran hermosos. El Viejo dice que en un comienzo todo era bueno. Pudo habernos dicho tantas cosas que él sabía, pero nos habló de las estrellas en el cielo y de la luminosidad de todo el caserío y nos pareció bonito; desde niño siempre quisimos llegar hasta la piedra que era grande, nosotros le preguntábamos como la podíamos reconocer y él solo decía que eragrande, pero nosotros no podíamos ir tan lejos; una tarde me dijo que cuando fuéramos grandes él me llevaría. Siempre estuvimos juntos y así fuimos creciendo, fue en la Piedra Grande que nos acercamos y nos abrazamos y sentimos algo caliente en los cuerpos. En el recuerdo son tus ojos tristes, tus manos que no se parecían a las de un guerrero, la tarde, la lluvia, el acercarse de los cuerpos, aquello caliente entre nosotros, la alegría de las casitas luminosas cuando regresábamos de la Piedra Grande, mi mano que se agita cuando sales a cazar y el mundo lleno de tantas estrellas.

En la casa del Chispero dijeron que una prima vendría con sus hijas  a vivir un tiempo con nosotros, en esa época todavía no asistíamos a la Quinta; esa tarde todos estábamos preparados para recibirlos, el carro tocó varias veces la bocina y salimos a la calle y ayudamos a cargar maletas; en la sala nos presentaron y nosotros desde ese momento nos miramos, una mirada ajena a todos los demás, no fue una mirada indiferente, bajaste la cabeza y yo, no sé por qué, te seguí mirando hastaque nuevamente tus ojos coincidieron con los míos: hermosos y fijos. Tu hermana lucia indiferente, después siempre nos perturbó la vida, no sé si era egoísmo, los muchachos querían llevarse bien con ella, pero era cerrada. Fue puro compartir desde aquella primera noche cuando la lluvia lo había inundado todo, la familia durmió en el piso de la sala después de haber sacado agua toda la tarde, estaban tu hermana, tu madre y tú que quedaste al lado mío, me decías cosas al oído, que tenías frío y te abracé en medio de la oscuridad. Una tarde jugábamos a la película mexicana y tú eras la protagonista y yo tu compañero, así lo habían decidido los demás y por eso fuimos protagonistas por mucho tiempo, esa tarde entramos al cuarto abandonado, era una de las escenas, tratamos de besarnos, ya yo andaba de pantalones largos. El domingo era pura alegría, salíamos temprano, después del almuerzo, nos reuníamos a la entrada del cine que quedaba a dos cuadras de la casa y entonces los protagonistas eran otros que se movían en la pantalla gigante e igualmente se besaban cuando se encontraban solos. Tu mamá ya no se reía porque nosotros andábamos juntos, parecía preocupada y tu decías que tu hermana le metía cuentos porque ella no vivía las aventuras que vivíamos y entonces tu mamá aquella tarde armó un escándalo y dijo que pronto se marcharían, nuestro mundo se acababa para siempre.
Un recuerdo, una tarde, un carro viejo, una calle, llegaron, estábamos, tus ojos, tu madre, una hermana. Tarde sin lluvia, la noche que nos mira, una sonrisa, aromas especiales, fragancia de jazmín, un bosque de trinitarias, el largo patio, relatos de familia. Aquella tarde, una mano y un adiós.
Las cosas tenían otros significados o le dábamos otros significados, la sala era grande y tenía unos muebles de madera con una peinadora en el medio, mamá estaba como apenada y nosotras tristes por habernos venido, yo lo miré primero y el me miró intensamente, mi hermana siempre con su cara de pocas amigas. Mi mundo era alegría, una aventura que se vivía a diario, la lluvia, las tardes, los cuentos de los viejos y hasta ir a la escuela era una aventura; el domingo íbamos al cine y el lunes en la tarde repetíamos escenas de la pantalla del cine que quedaba como a tres cuadras de la casa. Mi hermana no se familiarizó con nadie, todo lo de ella era meter cuentos que mi mamá al comienzo ni escuchaba, mi mamá le gustaba él, le gustaba que estuviera conmigo. La casa era larga a un lado estaban las habitaciones y del otro lado, que estaba descubierto y penetraba el sol, estaban los helechos, las malangas y una mata de granadas; cuando llovía nos quedábamos en el recibo y veíamos como el agua iba por las canales hacia la calle, raras veces se quedaba en el jardín, se iba calle abajo y con ella los muchachos que salían a jugar con la lluvia. Aquella tarde de la llegada llovió tan fuerte que el agua se metió y tuvimos que sacarla hasta de la sala, aquello fue un desorden que terminó con nosotros tomando café; dormimos en el recibo y para disgusto de mi hermana yo quedé al lado de él y comencé a decirle al oído que tenía frió y él frotaba sus manos con las mías.
No puedo explicar cómo se juntaron, no he podido familiarizar con los otros muchachos, he sentido celos; me dice que me acerque, que sea más cordial, que deje esa cara de amargada y me incorpore al grupo, no le hago caso ¿será que tiene razón? Le digo a mamá cada movimiento que hacen, ella no me hace caso, pero llegará el día que se dará cuenta de esas relaciones, ¿cuáles relaciones? Todos somos unos muchachos, vamos al cine que queda cerca de la casa, vamos a la heladería y nos la pasamos jugando porque estamos de vacaciones, nunca me incorporo al juego, podría hacerlo y así él me hablaría, comenzaríamos siendo amigos y entonces seré protagonista de sus sueños, ya no será ella; estaremos juntos, le diré a mamá que somos amigos, mamá pensará que nos gusta el mismo primo, ¿por qué tengo que pensar lo peor?; mamá estará contenta, al fin me integré al grupo y voy al cine y comemos helados y jugamos todas las mañanas y en la noche nos encerramos con el primo en el cuarto que está abandonado y mamá dirá que son cosas de muchachos o tal vez ella entenderá que es a mí a quien él busca. En realidad no es así, ellos tienen su propio mundo y eso no lo puedo evitar, siempre están juntos y lo comparten todo; el primer día, cuando llovió, todos dormimos en la sala después de haber sacado el agua, dicen que toda Cumaná se inundó y nosotros dormimos juntos y ellos quedaron uno al lado del otro, traté de estar junto a él y mamá dijo que le dejara ese lado a ella y a mí eso no me gustó. Siempre trato de abrirle los ojos a mamá pero no me hace caso, un día se dará cuenta y entonces todo habrá terminado.  
Tus ojos, las manos, tu madre, la tarde, la lluvia, una alegría, el cine, los protagonistas, la vieja habitación, la mano que se agita, un recuerdo, el  mundo todo.
Nunca se integró a los juegos, siempre parecía aislada, se dedicó a meterle cuentos a mamá y decir cosas que no eran, mamá no le hacía caso y decía que estaba feliz porque los muchachos jugaban con las muchachas y todo era entusiasmo; mamá siempre me hacía cariños y decía que era bonita, cuando ella aparecía entonces decía que sus hijas eran bonitas, ella era más bonita, tenía unos ojos grandes azules y su piel era blanca, el pelo rizado le caía sobre sus hombros, a los muchachos les llamaba la atención, ella nunca se integró al grupo. Una tarde jugábamos todos y ella hizo pareja con Francisco y parecía feliz; en la noche cuando íbamos a dormir me preguntó por Francisco, estaba entusiasmada, al siguiente día volvió a ser ella; Francisco pasó el día tratando de hablarle y no le hizo caso ni ese día ni nunca más. Le comenté lo que había pasado a mamá y respondió que éramos primos y que no podíamos estar juntos. Siempre le decía cosas a mi mamá.
Los veo y no puedo explicarme porque he sido así, no puedo soportar el recuerdo de cuando sus ojos y los de ella se cruzaron, tan unidos a pesar de tantas cosas, para mí todo es tiempo detenido que ahora me devora, la veo con el niño pero ya no somos los mismos, se refiere al pasado como el mundo otro, aquel que le alegró la vida, aquel mundo que quedó en una estrecha calle con un muchacho agitando su mano mientras su sombra se disipaba por la distancia, la tristeza se apoderaba de ella y aumentaba mi satisfacción, mamá suspiraba profundo cuando el carro cruzó a la derecha. Su mundo otro quedo lejos, quedó en el recuerdo de sus quince años que duraron una eternidad y donde toda la felicidad no cabía en ese su mundo de entonces.
La vida, las sonrisas, mamá alegre, miro por la ventana, la lluvia, la luna y aquella tarde para no olvidarla jamás… un adiós, un recuerdo; distancia de tu imagen, la noche fría, ella como sombra que deambula, una mano que se agita, un pedazo de vida que pasó, mundo de miradas, lluvia que se pierde. Mi mundo túes ese recuerdo que me acompaña siempre.

            Fueron rodeando el sitio y desde el bosque salieron muchas flechas, fueron cayendo, los que estaban con la cara tapadaavanzaban mientras los nuestros se defendían con el fuego, la acción duró poco, corrimos buscando salida, corrimos sin saber para donde, era como un juego que duraba horas y horas y nosotros nos metíamos por lugares que ellos no conocían, al final éramos unos poco metidos entre las piedras.

La calle es larga y ancha, a los lados están las casas de los vecinos, todos se conocen y los muchachos juegan los fines de semana y en vacaciones el juego es permanente. Después de unos cuantos metros la calle queda atravesada por una vereda y después, como a cincuenta metros, está la avenida y por allí pasan los carros a gran velocidad, por eso los juegos se realizan frente a la casa, pues nunca la pelota podrá llegar hasta la avenida. Una mañana encontraron una gran rueda en la mitad del cruce de la calle y la vereda, muchos estaban sorprendidos y los vecinos hasta llegaron a reunirse planteando lo inconveniente de su ubicación. Para los muchachos es imposible jugar las caimaneras que todas las tardes se formaban y que hasta apuestas llegaron a hacerse. Los muchachos no aceptaron que el símbolo electoral no los dejara jugar; la rueda quedó en todo el medio de la calle, los batazos todos pegan de esta y ahora la segunda base quedaba detrás y es imposible que se pudiera jugar. Hubo preguntas para saber quiénes la habían colocado, se hicieron contactos para que la quitaran y esperaron días y la rueda siguió en la mitad de la calle. Una tarde inventaron jugar delante de la rueda, las dimensiones del campo fueron diferentes, el espacio se hacía pequeño y detrás era grande, la pelota caía en la avenida o más allá por donde pasaban los carros, ir a buscarla daba flojera.
Alrededor de la rueda nos reunimos todas las noches, en principio buscando una solución o dicho de otra manera buscando cómo quitar la rueda o que nos la quitaran; no nos hicieron caso, siempre lo mejor era hablar sobre la posibilidad de que todos se pusieran de acuerdo para quitarla. Eso no fue posible. Luis Manuel había soñado que ya la rueda no estaba, que la habían quitado y hasta habían pedido disculpas a todos los vecinos y a todos los muchachos y entonces se hizo una fiesta para celebrar que ya no estaba a nuestra vista, que había desaparecido y que los muchachos jugarían sin ningún problema.
Edgar siempre fue la referencia para todas las cosas, éramos una pandilla y él era como el líder, organizaba los juegos y siempre participaba en el carnaval, en la fiesta del santo, en los viajes a la playa, en la organización de la calle frente a los problemas y nosotros le hacíamos caso; por eso la noche que propuso buscar la manera de quitar la rueda los muchachos le dieron la razón, se habló de diferentes posibilidades, ya no bastaba con ir a hablar con las autoridades o con quienes la habían puesto, había que pensar en otra forma que fuera definitiva. Todas las noches se reunían y se escuchaban las ideas, él propuso quemarla, como se queman los cauchos en las manifestaciones, sería una gran fogata que invadiría toda la esquina y después volverían a jugar todos los días, al comienzo hubo dudas y después se dieron cuenta que era la única posibilidad y acordaron planificar la acción.
Esa noche todos estaban reunidos, la fiesta era en la casa de Jenny y los muchachos se reunieron a la salida alrededor de la rueda, fue Edgar el mismo que días atrás había planteado esa idea, pero todos desistieron, ahora parecían convencidos. La noche fue larga, la rueda no ardió y hasta parecía más grande y más adherida a la calle y los ojos estaban inundados de tristeza y él parecía que estaba dormido.


            El camino era largo, por aquí quedaba una piedra que era grande y desde donde mirábamos el cielo, algunos decían que no deberíamos pasar por allí, yo pasaba porque me hacía recordar aquellas tardes cuando me quedaba con ella y se hacía de noche y todo quedaba alumbrado por las estrellas. Una noche pasé y lo vi, se parecía al anciano de la tribu, me escondí entre los árboles y desapareció, otra noche yo estaba pendiente de que vería algo y cerca de uno de los cruces del camino lo vi, era uno de ellos, había muerto con sus cosas puestas, estaba allí y de pronto estaba cerca de mí y al lado mío, entonces pensé que los dos éramos fantasmas, yo lo veía y tal vez él no me veía, pasé a su lado, no corrí a pesar del susto, pero al alejarme sentí el sonido de un animal, seguí, la noche se llenó de misterios y entonces me dormí cerca de unos árboles.

Al principio la ventana pareció pequeña pero en verdad era grande, en San Francisco las ventanas de esas casas coloniales ocupaban la mitad de la pared y las abríamos para que el aire de la noche nos acompañara; cuando llovía había que cerrarlas para que no entrara la lluvia que pasaba del jardín, de todas maneras hacía frío. La ventana del cuarto de su casa era pequeña y el pasillo que llevaba al baño era oscuro, tan oscuro que tropezábamos en el camino con los muebles del comedor. Se había quedado dormida y sin embargo me parecía verla con los ojos bien abiertos, eran cosas mías. Ella nunca dormía durante el día, ni siquiera en la hora de la siesta, al llegar la noche ponía la cabeza sobre la almohada y despertaba al otro día; yo no podía dormir, llegaba a la casa desde el Castillo lleno de misterios que después aparecían en mis sueños. Esa noche todo estaba más oscuro, en mi casa cuando cerraba la ventana siempre entraba la luz, aquí con la ventana cerrada todo es oscuro y no puedo ver nada, ni siquiera puedo verla a ella. En medio de la oscuridad, las historias se enciman sobre mi imaginación; abrí la ventana y con el aire frío de la noche sentí un gran alivio, el foco  de  luz no molestaba, relajaba y comenzaba a tomar el sueño. Desde aquí, desde el cerro la ciudad se puede ver más luminosa. Ella despertó para decir –mejor cierra la ventana para que puedas dormir. Volví a escuchar sus tenues ronquidos y no sé si estaba dormido o despierto pero algo me haló desde la ventana, me llevaba a la calle, había colores que cambiaban con la luz de la luna, la calle se llenó, era como una batalla, yo mismo caí herido y entonces cambié de posición mientras escuchaba sus leves ronquidos; él me lleva nuevamente a la calle y ahora había una feria, vendían frutas, hortalizas y todo tipo de verduras, sus colores se confundían con los del mercado, pasé por todos los mostradores y compré verduras y frutas frescas como jamás había visto, iba detrás de él. Nos sentamos y hablamos, dijo que yo también era uno de ellos, que todos éramos fantasmas de la vida, dijo que yo no podía dormir y esa era la primera cosa que les pasaba, dijo que había un sitio lleno de colores que invitan a vivir y por eso nunca se muere, la gente tiene miedo a ese otro mundo y por eso no viven entre colores. La sentí moverse, cambió de posición y parecía que me estuviera mirando, dormía profundamente y a veces parecía que me miraba y hasta se sonreía. Ahora era azul, azul claro como el cielo de un bello día, la calle estaba llena de colores, era el color de las trinitarias que con sus diferentes tonalidades llenaba de alegría la mañana, él era amarillo o rojo y a veces volvía a su azul celeste original; ella estaba profundamente dormida y su rostro dibujaba una pequeña sonrisa, parecía como si también soñaba en colores, soñar con colores era raro, al principio todo era como el azul celeste. Estamos en otro sitio que no puedo identificar, hay personas vestidas de blanco, se ven y se saludan, cargan instrumentos para trabajar en el campo, se divisa a lo lejos y se confunde con el verde de los árboles, no quiere asustarme y es como un amigo que cambia de colores como las trinitarias de la vieja casa que se veían verdes, azules, rojas y hasta se mezclaban a la distancia. Corrió hacia el campo que es de un verde intenso, corrí detrás de él, el camino termina en un vacío y caí sin poder detenerme mientras ella dormía. Los rayos de sol ya se asomaban por la ventana, la luz era tenue, ella despertó, observé cuando movía sus brazos y piernas y abría sus hermosos ojos que recibían otro día, me dijo: hola- y sonrió y entonces preguntó: - ¿pudiste dormir acompañado por el fantasma de colores?

Lo veía venir con el pequeño saco lleno de sardinas, disfrutaba arreglando todo para asar el pescado. Cuando su papá salía temprano entonces él se quedaba en la cama pendiente del sonido de la puerta para salir corriendo a su encuentro, ya todos estaban despiertos, prendían la leña en el fogón que estaba al final del patio, comían todos y se quedaban debajo de las matas porque era sábado y no tenían que ir a la escuela. Después se empeñó en salir con él y esperar los botes; el camino hasta la playa era largo, el Barbudo estaba lleno de yaques y sabían que la playa estaba cerca porque comenzaban a aparecer los manglares alrededor de la laguna que se formaba en medio del camino; caminaban hasta llegar a la vieja carretera por donde pasaban a veces los pocos carros que iban a buscar pescado o bañarse; cuando llegaba la semana santa Cumaná parecía que se mudaba toda para la playa. Caminaban y él no se cansaba o parecía no cansarse, al llegar se sentaban a esperar entre toda la gente que venía a comprar pescado, él se situaba un poco retirado y la vista se le perdía mirando hacia las montañas que se confundían con el azul; una vez preguntó que había en la otra costa donde se veían los cerros y le explicaron que allí vivía gente y trabajaban el mar. Esa imagen se le grabó profundamente y pensó que algún día iría hasta la otra costa y entonces podría ver desde allá los sitios donde se encontraba ahora; tiempo después ya no era su padre el que se paraba temprano para ir a la playa a buscar sardinas, sino que él mismo quedó con esa costumbre y se iba con los amigos y traían los pescados y comían todos y se reían de sus ocurrencias y pasaban toda la mañana en el patio, el viejo ya no salía hasta la playa y él se reunía con los amigos cada sábado y se iba para el Barbudo cuando comenzaba la noche, tomaban cerveza y a veces se iban con las mujeres; la más vieja se desocupaba a la media noche y se quedaba con él, los muchachos le decían que se dejara de eso, él trató de hacerlo y entonces se quedaba con una más joven que había llegado hacía un mes, eso fue peor porque la vieja se puso celosa y a veces le formaba unos escándalos que lo obligaron a no ir mas, la muchacha entonces le preguntaba a sus amigos por él. En aquellas tardes, cuando salía del trabajo en el taller, se iba hasta la playa y pasaba tiempo observando hacia la otra costa y venía ese recuerdo de su padre cuando lo llevaba a buscar sardinas y recordaba aquella idea de atravesar el mar y quedarse en la otra costa que tal vez se abriría para él.
Todas las tardes atraviesa la calle polvorienta, pasa por todo el pueblo y llega hasta la playa, se sienta en la arena y la cabeza se llena de recuerdos, como aquel cuando su papá lo llevaba a la playay todo era alegría, era el más pequeño y todos tenían que ver con él y decían que sería pescador como su padre. Ahora de tarde atraviesa el pueblo y ya todos saben que estará en la playa contemplando el mar; a lo lejos se ven los edificios de la otra costa y los carros parecen hormigas que pasan por una larga avenida, ya no es aquella carretera de tierra que transitaba con su papá para llegar al Barbudo; se observan los edificios más altos y de noche todo es luces que alumbran hasta el amanecer. A veces se queda dormido y lo agarra la noche, se despierta y la observa que está sentada cerca de las piedras, ya no lo persigue, ni lo busca, ni le pregunta a sus amigos, ahora están solos en aquella otra costa.


Levantó la cabeza y el azul de la tarde le trajo muchos recuerdos, le vinieron a su mente las palabras una vida no pasa en vano, no importa que ahora sea puros recuerdos. Todo hubiera podido ser de otra manera, pero el recuerdo era grato. Un mar azul, un cielo azul, una tarde azul y un recuerdo que ahora viene desde lo más profundo.
Levantó la cabeza y la mirada se encontró una vez más con el mar y todo se volvió azul, a lo lejos apareció el cuerpo mojado de una mujer que salía de la playa, entonces, como todas las tardes, una esperanza se dibujó en su rostro. Ella nadó por mucho rato y él sólo la esperó. Levantó la cabeza y en el azul las palabras regresaron a su memoria: ella vendrá en las tardes, podré reconocerla, vendrá, lanzará la toalla en la arena, se colocará los lentes y se dorará, ella vendrá otra vez, ella vendrá todos los días y yo siempre nadaré hacia la nada.
El hombre levantó la cabeza, miró una vez más hacia el azul y el sol ya se alejaba. Ella dijo: es extraño, nunca te había visto, siempre estuviste cerca como si fueras un fantasma y no te pude percibir. Era de tarde y él se le acercó y hablaron de manera agradable, a ella le pareció atento y a él le parecía una mujer hermosa. No en vano había pasado tiempo observándola cada tarde, viendo como desaparecía en el camino hacia aquella cabaña. Ella se identificó y a él le agradaba cada encuentro; esa tarde ella le acaricio los cabellos ensortijados por el sol y la sal, él respondió a sus caricias.
El camino hacia la playa es largo, ellos diariamente lo recorren y a pesar de todo siempre parecen alegres. El camino hacia la casa se hace lento. Ella permanece en la casa y él observa todo azul. Cuando llega la mañana disfrutan de la pesca y en la tarde en el recodo de piedras se forma como una ensenada. Ellos observan como el azul se confunde. Podrán jugar con el agua cuando apenas le roza los píes. Podrán jugar con las gotas de la lluvia cuando se confunde con las gotas de aquel mar. Nadaran en cada tarde, a lo lejos observarán los peces que parecen saltar en el agua, mientras la arena se levanta con el viento.
Ahora es tarde de confusión, el hombre dijo cosas y ella no respondió. El otro sólo observaba como la arena se levantaba con el viento. El hombre insistió y después llegaron los otros.
El hombre está en la enramada y observa de lejos como las olas rompen contra las piedras. Levantó la cabeza y el mar le trajo recuerdos. Todo era azul, azul el mar, azul el cielo, azul la mirada que se pierde cuando la tarde no era tarde.   

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