sábado, 18 de junio de 2016

Oración de un niño negro


Guy Tirolien
Ilustración: Celso Medina

Señor estoy muy fatigado.
Nací fatigado
He caminado demasiado desde que el gallo cantara
Y la loma donde está su escuela está muy alta

Señor, no quiero ir a su escuela,
Haz, por favor, que no vaya más.

Yo quiero seguir a mi padre en sus barrancos frescos
Cuando la noche flote todavía en el misterio de los bosques
Donde se deslizan los espíritus que el alba viene de cazar
Quiero ir con los pies desnudos por los rojos senderos
Que cuecen las llamas del mediodía
Quiero dormir mi siesta al pie de los macizos mangosales,
Quiero despertarme
Cuando allá abajo muja la sirena de los blancos 
Y la fábrica
Sobre el océano de cañas
Como un barco anclado
Vomite en el campo su equipaje negro...

Señor, no quiero ir a su escuela,
Haga, por favor, que no vaya más.

Ellos dicen que un negrito debe ir
Para parecerse
a los señores de la ciudad
Un señor todo hecho.
Pero yo no quiero
Convertirme, como ellos dicen,
En un señor de la ciudad
Un señor todo hecho.
Prefiero vagar a lo largo de las azuquerías 
donde están los sacos ahítos
que inflan un azúcar morena casi tanto como mi piel morena
Prefiero adentrarme en la hora cuando la luna amorosa
 Hablar bajito, en las orejas de los cocoteros erectos, 
Escuchar lo que dice en la noche
La voz rota de un viejo que cuenta fumando
Historias de Zamba y del compadre Conejo 
Y muchas otras cosas más
Que no están en los libros.

Los negros, usted lo sabe, están muy ocupados
 para estar en eso de aprender en sus libros 
que nos hablan de cosas que no son de aquí

Y también es verdaderamente tristísima su escuela 
Triste como
esos señores de la ciudad
Esos señores bien hechos
que no saben bailar en la tarde de clara luna
Que no saben mantener su cuerpo sobre sus pies 
Que no saben contar los cuentos, en la vigilia.

Señor, !no quiero ir a su escuela¡

Traducción del francés: Celso Medina

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