sábado, 4 de junio de 2016

Al paseante de una tarde

Emile Verharren

Ilustración: Celso Medina


Di, cuál es el paso
Los miles de pasos que van y vienen
sobre las grandes rutas del espacio,
Di, ¿cuál es el paso
que tranquilamente, una tarde, ante mi puerta
se detendrá?

Es humilde, mi puerta
Y pobre, mi casa,
Pero esas cosas no importan.

Espero que en mí entre todo el horizonte
a cada hora del día, abriendo mis ventanas,
Y la luz y la sombra y el viento de las estaciones
son la alegría y la fuerza y el aliento de mi ser.


No tengo más que esta angustia por Dios
que hace morir a los santos y a los mártires en Roma,
Mi corazón, que no ha cambiado de lugares y de devoción,
prueba en él el amor y la angustia del hombre.



Di, ¿cuál es el paso
Los miles de pasos que van y vienen
sobre las grandes rutas del espacio,
Di, ¿cuál es el paso
que tranquilamente, una tarde, ante mi puerta
se detendrá?


Tomo las manos
a este hombre que vendrá
del extremo del mundo, con su paso;
Y ante la sombra y sus cien llamas suspendidas
allá, en lo alto del firmamento,

dejando la bienvenida silenciosa
para tranquilizar la emoción y la doble cadencia
de nuestros dulces corazones combatientes.

Entonces, los dos, estaremos emocionados de ser
cálidos y fraternos el uno para el otro,
Y nuestros dos corazones estarán orgullosos de ser humanos
¡Y claros y confiables sin aún conocerse!

Nos hemos confesado con el loco deseo
de querer arder y vivir, alma contra alma;
Nos mezclamos en cada impulso de perdón o de castigo
Y nuestros ojos dejan sus lágrimas sorda o  brotada.


Traducción del francés al español: Celso Medina

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