jueves, 12 de septiembre de 2019

Las viejitas
Charles Baudelaire

Ilustracion: Celso Medina



Traducción del francés: Celso Medina


A Victor Hugo
I
En los pliegues sinuosos de las viejas capitales,
donde todo, incluso el horror, se convierte en encanto,
vigilo, obedeciendo a mis humores fatales
a esos seres singulares, decrépitos y seductores.

Esos monstruos dislocados fueron en la antigüedad mujeres,
¡Epónimas o Lais! Monstruos rotos, jorobados
O torcidos, ¡amémoslos! Aún tienen almas.
Bajo las enaguas ahuecadas y bajo los fríos tejidos

Ellos reptan, flagelados por vientos inicuos,
Tiemblan con el roce rodante de los ómnibus,
Y apretando en su caso,  como una reliquia,
Un pequeño saco bordado de flores o de rebús;

Ellos trotan, como marionetas;
Se arrastran, como lo hacen los animales heridos,
O bailan, sin querer bailar, pobres campanas
De donde cuelga un demonio sin piedad! Todo roto

Que son ellos,  tienen los ojos penetrantes como una barrena,
Brillan como esos huecos donde el agua duerme en la noche;
Tienen los ojos divinos de la pequeña muchacha
Que se sorprende y que ríe ante todo lo que reluce.


¿Te has fijado que los ataúdes de las viejitas
Son casi tan pequeños como el de un niño?
La muerte sabia pone en esos urnas por igual
Un símbolo de un sabor extraño y cautivador,

Y cuando diviso un fantasma débil
Atravesando a París de una red de enjambre,
Me parece siempre que este ser frágil
Va suavemente  hacia una nueva cuna;

A menos que, meditando sobre la geometría,
No busque  en el aspecto de estos miembros discordes,
¿Cuántas veces el carpintero tendrá que variar
La forma de la caja donde pondrán todos estos cuerpos?


- Estos ojos son pozos hechos por un millón de lágrimas.
Crisoles que pulen un metal frío…
Esos ojos misteriosos tienen invencibles lágrimas
para  quien amamanta el austero infortunio!

II
De Frascati difunta Vestal enamorada;
Sacerdotiza de Talía, ah! Cuyo apuntador
Enterrado sabe el nombre; célebre evaporado
Que Tivoli en un tiempo acogió en su flor,

Todos me embriagan; pero entre estos seres frágiles
Hay algunos que hacen del dolor una miel
Han dicho devocionalmente que le prestaba sus alas:
Hipogrifo poderoso, ¡llévame hasta el cielo!

Una, por su patria al mal ejercido,
La otra, a quien su esposo sobrecarga de dolores,
El otro, por su niño Madono perforado,
¡Todos podrán hacer lluvia con sus llantos!

III

¡Ah! ¡Yo siguiendo a estas viejitas!
Una, entre otras, a la hora en que el sol cae
Ensangrentado el cielo de heridas bermejas,
Pensativa, se sienta apartada en un banco,


Para escuchar uno de esos conciertos, ricos de cobre,
Cuyos soldados algunas veces inundan nuestros jardines,
Y que, en esta tarde de oro en el que nos sentimos revivir,
Vierte algún heroísmo en el corazón de los habitantes de la ciudad. 

Es aquí, claro está, orgulloso y aceptando la regla,
Siente ávidamente este canto vivo y guerrero;
Su ojo algunas veces se abre como el ojo  de una vieja águila;
¡Su frente de mármol tiene el porte para el laurel!

IV
Así como avanzas, estoicos y sin quejas,
Atravesando el caos de las ciudades vivientes,
Madres de corazón sangrante, cortesanas o santas,
Cuyos nombres en otros tiempos por todos eran citados.

Tú que fuiste la gracia o que fuiste la gloria,
¡Nadie te reconoce! Un borracho incivil
Te insulta dejando pasar un amor irrisorio;
En tus talones brinca un niño cobarde y vil.

Vergüenza de existir, sombras arrugadas,
Temerosos, torso caído, te frotas sobre los muros;
Y nadie te saluda, extraños destinos!
¡Escombros de humanidad para la eternidad madura!

Pero yo, yo que de lejos te vigilo con ternura,
El ojo inquieto, fijo sobre tus pasos inciertos,
Como si fuese tu padre, Oh maravilla!
Pruebo en ti sin saberlo los placeres clandestinos:

Veo expandirse tus pasiones novicias;
Sombríos o luminosos, veo tus días perdidos;
Mi corazón multiplicado goza de todos tus vicios!
Mi alma resplandece en todas tus virtudes!

¡Ruinas! Mi familia! Oh cerebros congéneros!
Quiero hacer cada noche un solemne adiós!
¿Dónde estarán mañana, Evas octogenerias?
¿Sobre quién recae la temible garra de Dios?

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