martes, 25 de septiembre de 2018

Díógenes entre nosotros
A propósito de El rey de los pobres, de Wiflredo Machado
Celso Medina




La pobreza, la indigencia, la miseria en fin, como la duda, progresivamente, lo elimina todo. ¿Qué queda cuando se ha perdido todo? Este hábitat minúsculo. La propiedad ineliminable del Cínico es la caseta de su perro, su hábitat, su haber y su nombre… Bóveda de tonel que lo protege con su pliegue.

Michel Serres





El rey de los pobres es un libro que no nos sorprende en la obra literaria de Wilfredo Machado. Es coherente tanto en los temas que suele desarrollar como en sus juegos de retórica literaria. El humor negro y la palabra descarnada, sin mucho retorcimiento; los correlatos de mitos, sobre todo bíblicos, y la parodia a la tradición literaria están presentes en sus libros anteriores, facturados bajo el formato de la narrativa.  Por ejemplo, el cuento “Contracuerpo”, con el que gano el Premio de El Nacional, en 1986, tiene como referente los cuentos “La mano junto al muro” y “Arco Secreto”, pero ese ejercicio de intertextualidad no impide que los lectores veamos crecer frente a nosotros un clima donde la poesía circula en medio de un espacio sórdido, que da cuenta de una sociedad donde el asunto de las desigualdades sociales se explaya sin rubor alguno.

La obra de Machado podemos enumerarla: Contracuerpo, 1988; Fábula y muerte del ángel. 1991. Manuscrito,  1994. Libro de Animales, 1994; Poética del Humo, 2003 y la novela Diario de la gentepájaro, 2008. Una mirada general a esa obra, nos arroja una creación literaria diversa en género y en el planteamiento literario. Se  cohesiona con una filosofía literaria fundamentada en una estética donde lo marginal y lo sórdido cabalgan versionando los grandes relatos de la cultura universal. Podríamos hablar de una especie de realismo sucio, cuyo sentido suele mimetizarse sutilmente con cierta pulsión existencialista. Esa tendencia lo encontramos en sus cuentos largos y en sus microcuentos.

¿Qué cambia en la obra de Wilfredo Machado con la publicación de su primer libro de poesía? Estéticamente, poco. Solo su registro escritural, esta vez ensaya con el verso, pero mantiene su pulsión existencialista. Y hablo de una pulsión, para evitar hablar de una ideología. 

Wilfredo Machado no quiere hacer ideologismo con los pobres. Puede que conozca a profundidad ese nuevo género musical tan portentoso como lo es el reggaetón, especie de derivación del gran Regae jamaiquino, donde la palabra descarnada habla sin pudor alguno de la realidad social. Con un ritmo demasiado protocolizado, su música monótona es una simple acompañante de una ristra de gritos apalabrados con rimas consonantes hechas más con cacofonías que con armonías. Existe un regatonero que se hace llamar “El rey de los pobres”, se presenta como una especie de rapsoda contemporáneo del barrio Artigas de Caracas. Nuestro poeta confiesa no saber de su existencia.  Machado no se desgarra en gritos plañideros, como lo hace este regotenero de Artigas. Se vale más bien de una valiente ironía, e invoca un espíritu burlón como el de Diógenes, el cínico griego. El su primer poema (“Nosotros los pobres”), hace patente al personaje y dice:

Nosotros los pobres

dormimos en barriles

donde no llega el aire

ni la luz, ni la lluvia

como Diógenes el cínico

tapamos el sol, la luna, las estrellas

que parpadean ciegas

sobre un mar de cenizas.

El poemario de Wilfredo Machado canta al pobre, no a la pobreza. A la segunda, la escarnece porque ella es verduga de su personaje central. El pobre es el héroe del poemario, no un héroe diluido en su martirologio, ni en su pobreza cosificadora.

Un poema de Pablo Neruda, “Oda la pobreza”, tal vez sea un referente en el trasfondo de este libro.  El tema ocupa en la obra del poeta chileno un impulso reivindicativo, para alentar proselitismos.En ese leemos:

Allí estabas 
acechándome        
tus dientes de carcoma, 
tus ojos de pantano, 
tu lengua gris 
que corta        
la ropa, la madera, 
los huesos y la sangre, 
allí estabas 
buscándome,        
siguiéndome…



El pobre para Machado no es ese ser del que hay que condolerse. La vida no es un deber ni una obligación. Nacimos para vivir, no para sobrevivir. Por ello no habría que resignar al pobre a su pobreza, sino más bien potenciar su vocación de Proteo, que no le hace concesión a ninguna realidad y quien desde su hábitat minúsculo mira la vida discurrir desde su precariedad física. Machado vence a la pobreza a con la fuerza de sus parodias.

Como lo afirma Serres, cuando se ha perdido todo, solo queda el minúsculo hábitat en el que se ha decidido vivir la vida como una odisea, no para resignarse a sus rigores, sino para hacer manifiesto una disconformidad que tiene voz de ironía.

Neruda enfatiza en la pobreza; Machado, en el pobre. Para el primero, el pobre es una víctima. Para el segundo, es un ser que sabe hacerse en sus avatares de lucha titánica contra lo que pretende anularlo. Por ello todo el poemario pareciera un cuaderno cosmológico, con una génesis que le da entidad:

Nacimos con el barro

de las primera lluvias

que inundaba al mundo

con su lava viscosa

los primeros eclipses

se alineaban perfectos

en el cielo secreto

de las constelaciones.

Esto hace que el pobre evite liquidarse en la pobreza, y erigiéndose en fuerza que enaltece al hombre, potenciándose en la medida en que se prueba en su precariedad.  El hablante lírico se hace parte de esa heroicidad, certificando su origen cósmico:

Surgimos del polvo de la nada

en la noche indecisa de los astros

las tormentas de arena

arrastraban un aire tóxico, mortal

incandescente

que brillaba en el aire

de los lagos ardientes.

Observo en este poemario un juego con una mística, que exalta el despojo para celebrar la vida como levedad potenciadora. El pobre combate su pobreza celebrando sus epifanías más trascendentes. La derrota a su opresor consiste en que por más que se le quiera reducir a la nada, él será el instante vital, la chispa cósmica que late. De allí que se haga estas preguntas tan cruciales:

¿Cuándo fue que la vida fue la vida?

¿el árbol la flor?

¿la oruga mariposa?

¿el lobo cordero?

¿cuándo fue que el inocente asombro

dejó de existir?

porque toda vida, incluso, la del pobre

se reduce a la perplejidad del instante

segundo que pasa entre las hojas

se asoma la eterna caída

fulgor instantáneo de los cuerpos

cayendo sin remedio hacia la noche

más oscura que el miedo.

Celebrando la vida como el discurrir de epifanías, ese poema canto que da inicio a El rey de los pobres sirve de abreboca para mostrar al pobre en su “Bóveda tonel”. Lo veremos  recordando a sus muertos, mirando al cielo, observando sus fotos, gozando las sobras que le dejan del mar, sin atenerse  solo a escribir poesía, viviendo la vida de los personajes del cine, sorbiendo su café de pobre, leyendo este aviso en algún periódico:

IMPORTANTE EMPRESA PRIVADA

ESTA A LA BÚSQUEDA DE OFICIALES

DE MANTENIMIENTO QUE TENGAN

EL SIGUIENTE PERFIL:

Negro o indio, servil, pata en el suelo

sumiso, sin estudios, dócil como un perro

muerto de hambre, aseado (aunque no tanto)

ignorante, pelo malo, sin conciencia de clases

lame culos, pobre, miserable, muy trabajador

y servicial, conformista, bruto, tarado mental

inconsciente, sin sueños ni metas en la vida

que no le importe ser explotado por los siglos

de los siglos…o hasta que reviente.

LA EMPRESA OFRECE UN ATRACTIVO

PAQUETE DE HUMILLACIONES

VEJÁMENES, TORTURAS, SALARIOS DE

HAMBRE, DESPIDOS E INJUSTICIAS.



El “Manifiesto del pobre” lleva al clímax el tono imprecador de la ironía de Machado. Hace el inventario de las injurias:

El carnicero nos roba en el peso

el frutero nos vende frutas podridas

el verdulero nos roba con el cambio

con las cebollas, con el ajo

el panadero nos roba con el pan

el pan nuestro de cada día

que fermenta en la mesa de los pobres.

El poema que cierra el libro sirve de titulo al poemario. Pareciera protagonizado por un Cristo parodiado. El rey vive en un castillo de naipes,  su reino sí es de este mundo. Gobierna la nada, a donde ha sido exiliado el hombre.

Su reino tiene el tamaño

de un grano de maíz o de una oruga

y puede ser recorrido de un solo paso

en cualquier dirección

paso en falso, por supuesto.

Es en síntesis, ese hábitat minúsculo del que nos habla Serres. Un tonel iluminado por un “sol negro” que da luz al paradójico espacio de sombras en el que vive no sólo el pobre, sino todos los hombres que viven este complejo mundo del presente. Este poemario de Wilfredo Machado nos hace familiar el famoso filósofo griego, gracias a él Diógenes está entre nosotros.

1 comentario:

Ronny Vicent dijo...

Interesante tal apreciación. No he leído nada referente a este señor, pero lo que aquí usted expone, me traslada a la escritura ironísta de Jorge Luis Borges... Por cierto, que crueldad (y verdad) hay en ese anuncio de prensa. Ahora, el "Manifiesto del pobre" esta tan vigente en la sociedad venezolana hoy que me hace preguntar ¿quién es el rey de los pobres?... habrá que leerlo. Saludos.-