sábado, 25 de agosto de 2018


Entrevista a Regis Debray a propósito de su libro Balance de la bancarrota. 


“Tienes dieciséis años, yo setenta y seis. Un abismo. Haber durado tantos años no da a un padre la autoridad requerida para hacerse escuchar de un hijo. Tú me preguntas qué hacer con tu vida, yo me pregunto qué he hecho con la mía. Tú quieres salir de la infancia, yo sueño con retornar a ella. ¿Cómo orientarte en la jungla del mañana”?



Regis Debray es un intelectual francés muy polémico. Se vinculó cuando joven con la guerrilla latinoamericana. Compañero en Bolivia del Che Guevera. Fue  prisionero político en Bolivia y su excarcelación fue el producto de una intensa y larga lucha, impulsada de connotados intelectuales europeos y latinoamericanos. Su trayectoria ha sido intensa: primero seguidor del filósofo marxista francés Louis Althusser. Militó en el Partido Socialista francés, funcionario importante del gobierno de Francois Mitterand, del que se separa por diferencias ideológicas. Estuvo casado con la escritora venezolana Elizabeth Burgos. En 1967 escribió su primer libro. Llamado la Revolution dans revolution? : lutte armee et lutte politique en amerique latine (¿La revolución en la revolución?: la lucha armada y lucha política en América Latina). Y desde entonces ha sido un persistente hombre de libros. Su última obra la publica este año la Editorial Gallimard, con el título de Bilan de faillite (Balance de la bancarrota, carta dirigida a su hijo que se inicia en los estudios de bachillerato. La nota de la editorial francesa dice lo siguiente: “Una declaración de bancarrota se puede registrar de buen humor, con guiños y sonrisas. Es esta variante teñida de humor, rara vez practicada en el tribunal comercial, que Régis Debray eligió, en esta carta de un padre a su hijo, para obtener asesoramiento sobre la profesión a seguir:  ¿Literatura, sociología, política, ciencias duras? Tomando prestado el lenguaje emprendedor, el de nuestro tiempo, el autor le explica los beneficios que un joven puede esperar de ahora en adelante de estas diversas inversiones.  Lo insta a evitar la política. Más allá de la simple orientación profesional, este libro-testamento desea hacer un balance de la profesión de vida en el mundo de hoy, sin sacrificar nada por la propiedad ”. La entrevista cuya traducción ofrecemos aquí está tomada de la web de la Editorial Gallimard. C.M. 

Haces un balance, indiscutiblemente, pero ¿se trata realmente de una bancarrota?
Siempre estamos en bancarrota en relación a las expectativas, hay siempre una brecha entre lo que lo que se aspira y lo que se logra. En mi caso, la diferencia es tal que me dije que tenía que consignarla por escrito. Pero considero que no soy el único responsable de ese hiato entre la intención y el resultado: el tren del mundo se ha descarrilado en relación a nuestras expectativas. Estoy agotado por ese despilfarro de energía, por el muy bajo rendimiento de la acción que se cree histórica. Hemos sido muy dispendiosos dándonos tanto para lograr tan poco…
Ese libro se dirige primero a tu hijo…
Cuando la última campaña presidencial, él tenía quince años, y estaba apasionado, ¡exultante! Le decía, cálmate, no entres en eso que he podido vivir yo mismo a tu edad. Es una forma de alarma, que me ha permitido esta recapitulación.
Ese discurso de un padre a su hijo está estructurado para escoger entre tres orientaciones, Liceo, Escuela, Universidad...
Es la trifurcación obligada para todo liceísta en el cruce de los caminos. Como él deberá escoger entre esas tres vías, las considero una por una para sentir un poco de todo, excepto la vía científica, la mejor. Y lo pienso verdaderamente. Pero hay revoluciones anunciadas que no llegan nunca, esas son las revoluciones políticas, y las revoluciones impensadas que son decisivas, y que están en el orden técnico y científico. No estamos preparados para esa.
Dices a tu hijo “Sé justo con alguien, y no dos, tres o cuatro” ¿Cómo se entiende eso?
Es una autocrítica, porque vivimos la época de los especialistas, de “Premio Nobel inculto”, que conoce todo la gota de agua pero nada más. Hoy, es mal visto ir de un tema a otro, ser curioso. No hay más credibilidad que para el competente, el patente, el homólogo. Siempre he sido un poco nómada, no me gusta consumirme en un tema durante treinta años. Para ser “uno”, para ser reconocido, habría tenido que abrir mi pequeña boutique en América del Sur, en la laicidad o en la religión. Opté por mantenerme múltiple.
De paso, ¿deploras la figura del intelectual?
Mientras que el escritor es subestimado, el escritor me parece que ha sido sobrevaluado. Cuando vemos la manera cómo nuestros grandes dadores de lecciones, nuestros pequeños Zolá, se indignan en temas sobre los cuales nada conocen y acusan al Estado, eso debería suscitar risas. No obstante, el intelectual todavía tiene éxitos intimidando a los políticos.
Pasando revista a los compromisos, a los errores, los éxitos tú también has estado en el rol de contrabandista…

El balance de mi generación no es muy brillante, no nos hemos visto sino comprometido en lo irreal, lo fantástico. Pero en el fondo, consigo eso bien: hemos hecho espacios nítidos en cierto número de falsas pistas. Mi hijo debería ganar tiempo porque nos hemos perdido. Nosotros, los jóvenes de los años 50 y 60, no hemos construido sino a fuego de artificio, con todo el sentido de la palabra “artificio”, que Mayo del 68. Ese evento marcó en realidad el gran viraje a la derecha de la sociedad francesa.

Découvrez l’entretien réalisé avec Régis Debray à l’occasion de la parution de Bilan de faillite.
http://www.gallimard.fr/Media/Gallimard/Entretien-ecrit/Entretien-Regis-Debray.-Bilan-de-faillite

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