Entrevista: Habib
Selmi :
"El himen o la hipocresía del mundo árabe"
Katia
Ghosn
Figura
mayor de la literatura tunecina, Habib Selmi, nació en Kairouan en
1951, vive en París desde 1983. Profesor de árabe, es catedrático
de traducción y de lenguaje y durante mucho tiempo trabajó como
periodista. Tiene en su activo dos libros de relatos y ocho novelas,
de las cuales cinco han aparecido en Actes Sud : Jabal
al-‘anz
(1988. Le Mont-des-Chèvres, 1999), Ḥufar Dafi’a (1999. La Nuit
de l’étranger, 2008), ‘Ushshaq Bayya (2002. Les Amoureux de
Bayya, 2003), Rawa’iḥ Marie-Claire (2008. Les Humeurs de
Marie-Claire, 2011), Nisa’ al-basatin (2010. Souriez, vous êtes en
Tunisie, 2013). Habib Selmi ha sido cautivado por los fenómenos bien
reales de la vida cotidiana a los cuales procura darle una densidad
más general. Un hecho social público es utilizado como
procedimiento de ejemplificación. Su lengua depurada cultiva la
extrema economía de los medios y busca lo “simple inimitable”.
Este caso ocurre en todas partes del mundo árabe. A pesar de ciertos
avances en Túnez en materia de emancipación de la mujer, el tabú
sexual continúa con todo su peso en las costumbres. La sociedad
apenas comienza a manifestar la misma libertad obtenida en la
literatura.
Su
última novela Bakāra
(« Hymen ». Dar al-adab, 2016), destaca la cuestión de la
virginidad, alrededor de la cual se cristalizan estructuras mentales,
sociales y religiosas retrógradas. La sociedad tunecina lo busca. Y
se asiste hoy a una ebullición intelectual que contrasta con la
época de Ben Alí cuando el régimen, rodeándose de “escritores
oficiales”, ejercía un control sobre la cultura, no para
promoverla sino para reducirla. Ciudadano francés, Selmi se adhiere
a los valores de la República y adora la lengua y la cultura
francesa, pero no puede escribir si no es su lengua materna, pues su
relación con el árabe es visceral.
¿Cómo
definirías tu proyecto novelístico?
Desconfiaría
de esa pregunta. Tengo un proyecto como lo tiene cada escritor. No es
fácil definirlo claramente pues avanzo por etapas. Diría que se
articula esencialmente alrededor de dos ejes: la singularidad
irreductible de lo humano por un lado, y mi concepción de la lengua
por otro lado. Soy muy dado a lo instantáneo, a lo inmediato, y
busco captar la verdad de ciertos seres humanos en un tiempo bien
preciso de su existencia, sabiendo que toda esta verdad evoluciona.
Soy cazador de pequeñas verdades, las acumulo para provocarle
sentido. Es por eso que no me gustan las novelas históricas.
Aborrezco las ideologías, la nostalgia, de igual modo el sufismo o
el retorno a los géneros tradicionales (Turath). En relación al
trabajo con el lenguaje, cultivo “el decir real”, que está
ausente en la crítica árabe, la cual ciertamente prefiere la “bella
escritura” o la elocuencia, que podría convertirse en trampa.
¿Qué
ha motivado tu escogencia del tema de la virginidad?
He
escrito siempre sobre temas que siempre me han marcado. En mi
infancia, con frecuencia asistía a los matrimonios. La sábana
ensangrentada de la joven esposa como prueba de su virginidad se
blandía, incluso todavía, en el fin de las celebraciones que
podrían durar muchos días. El marido no tiene experiencia, está
fatigado, tiene miedo de perder sus medios. Pide ayuda de un
« vizir » (wazir)- así se le llama. Es en general un amigo
próximo que está ya casado y ha adquirido el saber-hacer. Va darle
consejo, e incluso, intervendría personalmente si fuese necesario.
Pues el honor de todos está en juego. Mientras más envejezco, más
considero que esta cuestión encarna, por excelencia, la hipocresía
del mundo árabe. Muchas mujeres tunecinas con frecuencia no van
vírgenes al matrimonio y el marido con frecuencia lo sabe, pero lo
disimula. El miedo a enfrentar las tradiciones lo embarga. Es
lamentable que estemos hablando de eso. Y qué tragedia que una
historia entre un hombre y una mujer comience por tal evento
traumático.
¿Qué
relación establece entre el himen y la revolución?
El
término « bakāra » significa también “himen” al igual
que nuevo, reciente, primitivo, primordial (bikr). La revolución
tunecina es algo nuevo para la sociedad. Las ideas nuevas emergen y
alimentan a la gente del pueblo lejano que se menciona en la novela.
El rumor que Al-Bashir no ha desflorado a Mabruka hace estallar luego
la revolución, mucho después de los hechos. El terremoto político
desencadena la palabra. También permitió la venganza contra un rico
notable.
La
mujer tunecina está no obstante considerada como entre las más
emancipadas en el mundo árabe hoy.
De
manera general, así es. Pero habría que distinguir entre la
legislación y las costumbres. Bajo la instigación de Bourguiba, el
código civil promulgó, en 1956, la prohibición de la poligamia.
Esta ley fue acogida favorablemente por una franja de la sociedad,
sobre todo en los medios urbanos. Otros, en el medio rural, fueron
reticentes. Por ello, recientemente ciertas tentativas, promovidas
por el partido islamista-conservador Ennahda, por volver a esas
leyes. La resistencia de la sociedad civil afortunadamente ha ganado.
Actualmente, la mujer puede demandar el divorcio y tiene el derecho
de casarse con un no musulmán, lo que era prohibido antiguamente.
Pero la sociedad permanece en su conjunto sometida a las tradiciones.
Recientemente, en Túnez, una mujer fue apresada durante cuatro meses
porque estaba a punto de abrasarse a un hombre en un vehículo. Hay
mucho camino por recorrer.
¿El
hombre está condenado a la misma miseria sexual?
Los
hombres descubren la sexualidad en los burdeles con una mujer que
frecuentemente tiene la misma edad de sus madres. Fue así mi caso
personal. O bien permanecen vírgenes, como las mujeres, y se dan al
placer solitario. En lugar de ser un acto de iniciación magnífico
en el seno de una relación de amor, o un andamiaje para una
construcción psíquica sana, el acto sexual nace deformado.
¿Qué
decir del factor religioso?
Los
textos fundamentales del Islam acuerdan un lugar especial a la
sexualidad, considerándolo como un don de Dios y prevé su
acercamiento a ella sin vergüenza. No está ligada a la noción del
pecado, como en el cristianismo. El libro « La pradera parfumada »
de Cheikh Nafzaoui, escrito en el siglo XV, fue considerado el
Kamasutra del Islam. Sin embargo, está concebido solo para el parto
y permanece sometido a un contexto patriarcal.
¿Compartes
la opinión del poeta Adonis para quien las sublevaciones en el mundo
árabe no fueron revoluciones?
No
estoy de acuerdo con Adonis. Si lo vemos en Túnez y en Egipto, sí
se trata de revolución. Pues el pueblo se levantó solo, y tuvo
éxito enfrentando al régimen y lo hizo caer. Una revolución se
construye en el tiempo. Aquellos que piensan que la caída de las
dictaduras va a generar la instalación de una democracia el otro
día, se engañan. A pesar de ciertas regresiones, se podría esperar
rebotes y evoluciones. La historia no retrocede. No hay más camino
que ir hacia adelante. Por eso, contrariamente a la morosidad que
parece escenificarse actualmente, estoy más bien satisfecho y soy
muy optimista.
Tomado de: Entretien
Habib
Selmi : L’hymen ou l’hypocrisie du monde arabe
https://www.lorientlejour.com/article/1088764/habib-selmi-lhymen-ou-lhypocrisie-du-monde-arabe.html
Traducción Celso Medina
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