jueves, 9 de agosto de 2018


Entrevista: Habib Selmi : 
"El himen o la hipocresía del mundo árabe"
 Katia Ghosn






Figura mayor de la literatura tunecina, Habib Selmi, nació en Kairouan en 1951, vive en París desde 1983. Profesor de árabe, es catedrático de traducción y de lenguaje y durante mucho tiempo trabajó como periodista. Tiene en su activo dos libros de relatos y ocho novelas, de las cuales cinco han aparecido en Actes Sud : Jabal al-‘anz (1988. Le Mont-des-Chèvres, 1999), Ḥufar Dafi’a (1999. La Nuit de l’étranger, 2008), ‘Ushshaq Bayya (2002. Les Amoureux de Bayya, 2003), Rawa’iḥ Marie-Claire (2008. Les Humeurs de Marie-Claire, 2011), Nisa’ al-basatin (2010. Souriez, vous êtes en Tunisie, 2013). Habib Selmi ha sido cautivado por los fenómenos bien reales de la vida cotidiana a los cuales procura darle una densidad más general. Un hecho social público es utilizado como procedimiento de ejemplificación. Su lengua depurada cultiva la extrema economía de los medios y busca lo “simple inimitable”. Este caso ocurre en todas partes del mundo árabe. A pesar de ciertos avances en Túnez en materia de emancipación de la mujer, el tabú sexual continúa con todo su peso en las costumbres. La sociedad apenas comienza a manifestar la misma libertad obtenida en la literatura.
Su última novela Bakāra (« Hymen ». Dar al-adab, 2016), destaca la cuestión de la virginidad, alrededor de la cual se cristalizan estructuras mentales, sociales y religiosas retrógradas. La sociedad tunecina lo busca. Y se asiste hoy a una ebullición intelectual que contrasta con la época de Ben Alí cuando el régimen, rodeándose de “escritores oficiales”, ejercía un control sobre la cultura, no para promoverla sino para reducirla. Ciudadano francés, Selmi se adhiere a los valores de la República y adora la lengua y la cultura francesa, pero no puede escribir si no es su lengua materna, pues su relación con el árabe es visceral.

¿Cómo definirías tu proyecto novelístico?
Desconfiaría de esa pregunta. Tengo un proyecto como lo tiene cada escritor. No es fácil definirlo claramente pues avanzo por etapas. Diría que se articula esencialmente alrededor de dos ejes: la singularidad irreductible de lo humano por un lado, y mi concepción de la lengua por otro lado. Soy muy dado a lo instantáneo, a lo inmediato, y busco captar la verdad de ciertos seres humanos en un tiempo bien preciso de su existencia, sabiendo que toda esta verdad evoluciona. Soy cazador de pequeñas verdades, las acumulo para provocarle sentido. Es por eso que no me gustan las novelas históricas. Aborrezco las ideologías, la nostalgia, de igual modo el sufismo o el retorno a los géneros tradicionales (Turath). En relación al trabajo con el lenguaje, cultivo “el decir real”, que está ausente en la crítica árabe, la cual ciertamente prefiere la “bella escritura” o la elocuencia, que podría convertirse en trampa.

¿Qué ha motivado tu escogencia del tema de la virginidad?
He escrito siempre sobre temas que siempre me han marcado. En mi infancia, con frecuencia asistía a los matrimonios. La sábana ensangrentada de la joven esposa como prueba de su virginidad se blandía, incluso todavía, en el fin de las celebraciones que podrían durar muchos días. El marido no tiene experiencia, está fatigado, tiene miedo de perder sus medios. Pide ayuda de un « vizir » (wazir)- así se le llama. Es en general un amigo próximo que está ya casado y ha adquirido el saber-hacer. Va darle consejo, e incluso, intervendría personalmente si fuese necesario. Pues el honor de todos está en juego. Mientras más envejezco, más considero que esta cuestión encarna, por excelencia, la hipocresía del mundo árabe. Muchas mujeres tunecinas con frecuencia no van vírgenes al matrimonio y el marido con frecuencia lo sabe, pero lo disimula. El miedo a enfrentar las tradiciones lo embarga. Es lamentable que estemos hablando de eso. Y qué tragedia que una historia entre un hombre y una mujer comience por tal evento traumático.

¿Qué relación establece entre el himen y la revolución?
El término « bakāra » significa también “himen” al igual que nuevo, reciente, primitivo, primordial (bikr). La revolución tunecina es algo nuevo para la sociedad. Las ideas nuevas emergen y alimentan a la gente del pueblo lejano que se menciona en la novela. El rumor que Al-Bashir no ha desflorado a Mabruka hace estallar luego la revolución, mucho después de los hechos. El terremoto político desencadena la palabra. También permitió la venganza contra un rico notable.

La mujer tunecina está no obstante considerada como entre las más emancipadas en el mundo árabe hoy.
De manera general, así es. Pero habría que distinguir entre la legislación y las costumbres. Bajo la instigación de Bourguiba, el código civil promulgó, en 1956, la prohibición de la poligamia. Esta ley fue acogida favorablemente por una franja de la sociedad, sobre todo en los medios urbanos. Otros, en el medio rural, fueron reticentes. Por ello, recientemente ciertas tentativas, promovidas por el partido islamista-conservador Ennahda, por volver a esas leyes. La resistencia de la sociedad civil afortunadamente ha ganado. Actualmente, la mujer puede demandar el divorcio y tiene el derecho de casarse con un no musulmán, lo que era prohibido antiguamente. Pero la sociedad permanece en su conjunto sometida a las tradiciones. Recientemente, en Túnez, una mujer fue apresada durante cuatro meses porque estaba a punto de abrasarse a un hombre en un vehículo. Hay mucho camino por recorrer.

¿El hombre está condenado a la misma miseria sexual?
Los hombres descubren la sexualidad en los burdeles con una mujer que frecuentemente tiene la misma edad de sus madres. Fue así mi caso personal. O bien permanecen vírgenes, como las mujeres, y se dan al placer solitario. En lugar de ser un acto de iniciación magnífico en el seno de una relación de amor, o un andamiaje para una construcción psíquica sana, el acto sexual nace deformado.

¿Qué decir del factor religioso?
Los textos fundamentales del Islam acuerdan un lugar especial a la sexualidad, considerándolo como un don de Dios y prevé su acercamiento a ella sin vergüenza. No está ligada a la noción del pecado, como en el cristianismo. El libro « La pradera parfumada » de Cheikh Nafzaoui, escrito en el siglo XV, fue considerado el Kamasutra del Islam. Sin embargo, está concebido solo para el parto y permanece sometido a un contexto patriarcal.

¿Compartes la opinión del poeta Adonis para quien las sublevaciones en el mundo árabe no fueron revoluciones?
No estoy de acuerdo con Adonis. Si lo vemos en Túnez y en Egipto, sí se trata de revolución. Pues el pueblo se levantó solo, y tuvo éxito enfrentando al régimen y lo hizo caer. Una revolución se construye en el tiempo. Aquellos que piensan que la caída de las dictaduras va a generar la instalación de una democracia el otro día, se engañan. A pesar de ciertas regresiones, se podría esperar rebotes y evoluciones. La historia no retrocede. No hay más camino que ir hacia adelante. Por eso, contrariamente a la morosidad que parece escenificarse actualmente, estoy más bien satisfecho y soy muy optimista.



Tomado de: Entretien
Habib Selmi : L’hymen ou l’hypocrisie du monde arabe
https://www.lorientlejour.com/article/1088764/habib-selmi-lhymen-ou-lhypocrisie-du-monde-arabe.html
Traducción Celso Medina

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