miércoles, 12 de septiembre de 2018




La idea de España en una novela 
de Francisco Franco
Celso Medina



La novela Raza, firmada con el seudónimo de  Jaime Andrade, cuya autoría real corresponde a Francisco Franco, escrita en 1942 y publicada en 1981 por la Fundación “Francisco Franco”, es un trasunto evidente del ideal de nacionalidad española puesto en práctica por quien durante 40 años gobernó a España. La familia Churruca Andrade, que protagoniza esta obra, encarna en buena medida el sentimiento de nacionalidad hispánica que sirvió de envoltura ideológica al régimen franquista.
Tres elementos fundamentan el nacionalismo que Francisco Franco utiliza para urdir la ideología de la referida novela: 1) el catolicismo, 2) la familia y 3) el pasado heroico (milicial) , cuyo liderazgo heredan supuestamente los militares.
La nación España no es un concepto de fácil aprehensión. País y nación pareciera ser una contradicción latente, que aún sigue siendo un rompedero de cabezas todavía para la política contemporánea.
Para dar perfil  a una nación la politología ha utilizado los siguientes elementos: 1) homogeneidad lingüística, b) la existencia en un territorio único, c) la coexistencia de un legado histórico común y d) la voluntad de un conglomerado de compartir ese territorio. En España estos factores se dan casi todos a medias. La lengua española es mayoritaria, mas no la única. Ella tiene que coexistir con otras lenguas, tales como la euskera, la catalana, la gallega, la andaluza, entre otras, algunas de las cuales cada día reclaman más espacio, por motivaciones más políticas que culturales. En lo relativo al espacio geográfico, es clara las contradicciones por las cuales el país ha tenido que sobrellevar, desde que en los años 1478-1479 los reyes Fernando e Isabel pretendieron la unidad hispánica bajo la égida de la historia castellano-leonesa. Circunstancia que influye también en la problemática para conformar una historia única de España. Por supuesto, la voluntad de pertenencia también ha tenido sus problemas, agudizados sobre todo por la dictadura de Francisco Franco.
Aquí nos proponemos demostrar como el imaginario franquista se vuelca sobre la saga de una familia, cuyas características constituyen verdaderos paradigmas de la España que concebía su autor.
Stanley Payne (1997) destaca que la historia castellano-leonesa ha sido siempre una poderosa subcorriente de la cultura hispánica que ha antagonizado con otras fuerzas para imponer un modelo de nacionalismo. Y en ese sentido la llamada Reconquista le dio una relevancia capital. Bajo el lema de extender el cristianismo y hacer retroceder el islamismo, esta visión de España se fue tramando. Y luego “Desde esa época vino creciendo o debilitándose alternativamente, con una tendencia generar a decaer cada vez más hasta que fue revivida vigorosamente en los primeros años del régimen de Franco” (p.67).
Raza, la novela que estudiamos aquí, propugna el mencionado revival de la hispanidad hegemónicamente castiza.
La obra en cuestión jalona dos tiempos importantes para España. El primero, tematiza los hechos de 1898, año en que España pierde sus últimas colonias ante Estados Unidos. El segundo, los hechos históricos de la guerra civil, que derivaron en la ascensión de la dictadura franquista. La trama es la historia de la familia Churruca Andrade, cuya vida emblematiza una supuesta España burlada por los políticos y que se ve reivindicada con la “revolución” de 1936, en la que este país se reencuentra con los valores que, según el autor, perfilan su verdadera autenticidad.
La novela en cuestión erige su trama a partir de una valoración estereotipada de un modelo de familia ejemplar. Isabel y José viven en un ambiente idílico, donde el paisaje gallego (el mismo donde naciera Francisco Franco) contribuye  a dar una idea de la armonía rural, que para Franco era la alegoría de la España histórica. Isabel es una ama de casa, católica, practicante por excelencia de  la caridad y los ritos cristianos. Es el centro moral de la aldea. Todos la reverencian y le consultan sus problemas. José es militar de la armada española, que casi no vive en casa, puesto que debe siempre salir al mar, escena donde se siente un almogávar, descendiente directo de los héroes que contribuyeron a que España echara de su territorio a los moros y se hiciera católica. Sus hijos son obedientes, y siguen devocionalmente los mandatos familiares, salvo Pedro, que comienza a tener algunas actitudes que luego terminarán separándolo dramáticamente de los suyos. En la primera parte, estamos ante los hechos del 98. Primero la guerra de Cuba es un rumor y luego se convierte en una patética verdad, en la que se ve afectada la familia directamente, puesto que el padre le toca la responsabilidad de comandar a El Lepanto, unos de los barcos que tuvo inmolarse frente a la bahía antillana ante el poderío norteamericano. El padre muere, no sin antes haber dejado constancia de su arrojo. José antes ha invocado, frente a sus hijos, el espíritu de los almogávares. La alusión a la leyenda se produce en una de las lecciones de moral que constantemente vive dándole el padre-militar a sus hijos.  José, el futuro militar, pregunta a su padre por estos personajes. Y éste responde: “Eran guerreros escogidos, la flor de la raza española… Duros para la fatiga y el trabajo, firmes, ágiles y decididos en la maniobra. Su valor no es igualado en la Historia por el de ningún otro pueblo… “ (1981: 29). No deja de sonar extraño que Franco recurra a una denominación árabe (al-mugawar) para idealizar la estirpe heroica de España. Y más aún si históricamente estos personajes son originarios de Cataluña, región que no es, precisamente, el tipo de nacionalismo al que aspiró el extinto dictador. Pero está claro que dicho personajes son para él  emblema de la raza hispánica. En altisonante retórica el padre dice a su hijo José que: “Cuando llega la ocasión, no faltan. Sólo se perdió tan bonito nombre; pero almogávar será siempre el soldado elegido, el voluntario para las empresas arriesgadas y difíciles, las fuerzas de choque o de asalto… Su espíritu está en las venas españolas y surge en todas las ocasiones…”. (1981:29).
El padre morirá en el sacrificio de Cuba. Sacrificio bastante exaltado, que servirá a Franco para urdir su ideal militarista, a la hora de enfrentar a sus enemigos republicanos. Estas son las palabras de Churruca a sus soldados, momentos antes de morir bajo el ataque norteamericano: “Ustedes conocen la situación. Nuestro barco va a ser el segundo en el orden de batalla. Esta ha de ser dura y desesperada. El enemigo nos aventaja en número y material, pero no nos alcanza el valor. Hagámonos dignos de los que nos precedieron defendiendo el Honor de la Marina. ¡Viva España!” (1981:52). 
La madre y sus hijos le sobreviven y tienen que llevar una vida de grandes limitaciones. La heroicidad militar, entonces, truécase por la heroicidad familiar, que lideriza ahora Isabel con su prole. No por casualidad el pequeño José terminará siendo Militar, defensor acérrimo del “Viva España”. Está  cerca de la muerte y escapa de ella rocambolescamente. Jaime se hace sacerdote e Isabelita, continúa la gloria de su madre: termina siendo una abnegada amada de casa. Pedro es el elemento en discordia; escoge ser abogado, una profesión nada tradicional para la familia. Tienes ideas republicanas y es visto como un hereje.
Buena parte de la novela se consume en los hechos de la guerra civil española. La visión sobre los republicanos es totalmente maniquea. Pedro es anatematizado, pero luego aceptado, cuando se “arrepiente” y toma conciencia de la “maldad” de los republicanos. 
La novela culmina con la caída de la República. La familia, sin Isabel, que ha muerto, vuelve a reunirse y se repliega para remarcar su condición de emblema de la españolidad. El país bajo el credo católico, el fervor miliciano devenido de los míticos almogávares y bajo el dominio de la cultura castiza ha vencido. Hasta Pedro, la otrora oveja negra, se reintegra.
Estamos, entonces, ante la proclamación de una ideología españolista reductora. Que pretenderá hacer una sola España a costa de desconocer su pluralidad. El revival de los almogávares sirvió de alimento capital para más de cuarenta años de intolerancia, en los que el país ibérico se cerró a Europa y al mundo.
Los estudiosos del régimen de Franco señalan que su gobierno no fue del todo homogéneo. Por ejemplo, en los años 40, en los que escribe la referida novela, la intolerancia y la práctica cuasi fascista fueron su marca esencial.  Luego la historia le haría aprender lecciones de realismo a Franco, aunque nunca perdió su condición de dictador.
España hoy en día es otra. Tal vez situada en la acera del frente, respecto al franquismo. Es un país donde la tolerancia se practica con todos sus riesgos. La constitución vigente “... se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas...” (Manual del Estado Español). 
De modo que lo almogávares fueron vencidos por los valores sociales, culturales y morales que han decidido refundar un país que sólo puede existir en el diálogo de sus “variadas diferencias”.

Bibliografía:
Andrade, Jaime de (Seudónimo de Francisco Franco). Raza. Anecdotario para el guión de una película. Madrid: Fundación Nacional “Francisco Franco”, 1981.
Stanley, Payne. Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español. Barcelona: Planeta, 1997.
Pérez de Lama, Ernesto (director). Manual del Estado Español. Madrid: Editorial Lama, 1996.


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